domingo, 26 de diciembre de 2010

Desde los afectos


Desde los afectos

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?

Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...

Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

Mario Benedetti ( Uruguay, 1920 - 2009)

viernes, 29 de enero de 2010

Lilith, la madre de las bestias


La tradición ortodoxa dice que Eva fue la primera mujer de Adán y, por tanto, la madre de toda la humanidad. Su rol de mujer sumisa y procreadora lo perfeccionó, una vez fueron expulsados, Adán y ella, del Paraíso. No obstante, la creencia heterodoxa rebate este arraigado mito al introducir una figura transcendental: Lilith. Algunos textos defienden que ella fue la primera (y verdadera) mujer de Adán; pero que su carácter indómito obligó a Dios a recurrir a la costilla Adánica para modelar una mujer antagónica a ésta: Eva -aunque el éxito no fue total, reza el Génesis-.

No obstante, el atractivo casi demoníaco de Lilith embriagaba la razón de Adán y acababa refugiado, casi todas las noches, en sus ardientes brazos. Condenada por su sexualidad, se la considera la “Reina de los Súcubos“, la “madre de los vampiros” y la mujer infértil. Los apelativos propios de una figura femenina independiente, escapista al código que regía la conducta de su época. Por tanto, la distorsionada imagen de este tipo de mujeres en los textos sagrados -consideradas impuras, herejes y brujas- influenció negativamente, durante siglos, en la historia de la mujer.


La madre de los vampiros.

Aparte de impura, se cree que Lilith es “la madre de los vampiros“. Según la tradición hebraica, no aceptaba mantenerse inmóvil bajo Adán por lo que, durante un acto sexual, huyó hacia el bosque transformándose en viento helado. Sola y repudiada por su esposo, desata el fuero reprimido de su interior. Decide vengarse asesinando bebés y alimentándose de su sangre. La cultura popular exigía que, para potenciar la fertilidad, la mujer debía permanecer bajo el hombre.

Lilith, se sobrentiende, no quería ser madre, no quería asumir su irrenunciable rol de mujer. Consciente de su fuerza y poder de seducción, lleva a cabo una macabra venganza: satisfacer su ilimitada sed de sangre.



Liberada su furia, además, preserva su inmortalidad al escapar del castigo de Dios; para ello, se refugia entre las tinieblas, en la más tenebrosa oscuridad. Contrariamente, Adán y Eva fueron castigados por cometer, a plena luz del día, el pecado original. No sólo fueron expulsados del paraíso, también los despojaron de su inmortalidad. Lilith, eternamente joven, expande su imperio de sed de sangre impunemente.

Y, además, no está sola. Ha reunido, a lo largo de los siglos, un ejército de inmortales que satisfacen los primarios deseos de su madre, la reina de los vampiros.