miércoles, 29 de julio de 2009

La mujer en la Antigua Grecia


Relegadas a estar en casa y las labores del telar, las mujeres griegas contaban con pocos derechos en otras áreas de la vida social. Durante la mayor parte de la historia antigua griega, el papel de la mujer se relegaba exclusivamente a la casa. Las mujeres, como grupo social, no tenían voz ni voto, ni en lo político, ni en lo militar ni en lo civil.

Los historiadores citan el aumento de mujeres gobernantes, o que ejercieron el poder en algún momento excepcional, durante y después del periodo macedonio. Sin embargo, conclusión general que sacamos de esta época es que las mujeres eran consideradas débiles para la vida social.

Desde el comienzo de la civilización griega, las mujeres estaban bajo la autoridad patriarcal de los hombres. Así pasaban de la autoridad de su padre a la autoridad de su marido. No fue sino hasta la reforma de Solón cuando las mujeres pudieron tener derecho a heredar la propiedad de su padre, siempre y cuando no hubieran tenido algún hermano masculino.


Debido a que las mujeres eran consideradas como algo débil, tenían que ser protegidas. Su única condición era la de esposa y madre, encargadas de la educación y crianza temprana de sus hijos. Las mujeres sólo mantenían la vida en casa, ya que incluso el papel de la mujer en la concepción era limitado. Se consideraba que el hombre era el que ponía en la mujer el alma del futuro hijo.

Al igual que en otras sociedades antiguas, las mujeres encontraban una válvula de escape en la religión. En Grecia las mujeres sacerdotisas se encargaban del cuidado de los templos. Lo mismo podría decirse mucho más tarde en Roma, donde la situación de la mujer sólo era un poco mejor. En Roma sólo ostentaban poder las sacerdotisas vestales. Los festivales también significaban un respiro para las mujeres griegas, en particular la Tesmophoria de Atenas, en la que los hombres no podían participar.

En la mitología, el papel de la mujer era un tanto ambiguo. Si por un lado se encontraba la figura divina y sobrehumana de la diosa Atenea, por otro se representaba a la mujer como la inspiradora del dolor y el mal, con la imagen de Pandora, cuya locura equivocada introdujo el mal en el mundo. El propio Aristóteles llegó a decir en una ocasión que “… la hembra es un macho deforme”…

lunes, 27 de julio de 2009

Cartas eróticas de James Joyce


Algo que me llamó mucho la atención fue toparme con la correspondencia entre James Joyce y su mujer Nora Barnacle. El intenso erotismo que tales cartas destilan tocan en muchos puntos el límite entre lo insinuado y lo explícito. Y por momentos, toca el límite entre lo explícito y lo demasiado, excesívamente explícito.

El erotismo y la sensualidad de los escritores es el punto en donde mejor se los descubre, y particularmente en éste tipo de correspondencia, donde la mutua necesidad parece obligarnos a la cercanía, dándonos a probar lo más “sucio” (como bien Joyce dice en una de sus cartas) de aquellos cuyo nombre ha quedado enaltecido por su “limpieza”.

Aquí comparto con ustedes algunas de las cartas:

22 Noviembre 1909
44 Fontenoy Street, Dublín.

Queridísima: tu telegrama se encontraba en su corazón aquella noche. Cuando te escribí aquellas últimas cartas, era presa de absoluta desesperación. Pensaba que había perdido tu amor y tu estima… como bien merecía. Tu carta de esta mañana es muy cariñosa, pero estoy esperando la carta que probablemente escribirías después de enviar el telegrama.
Todavía no me atrevo, querida, a mostrarme familiar contigo, hasta que no vuelvas a darme permiso. Tengo la sensación de que no debo hacerlo, a pesar de que tu carta está escrita en tu antiguo tono familiar y pícaro. Me refiero a cuando hablas de lo que harás, si te desobedesco con respecto a cierta cuestión.
Voy a aventurarme a decir sólo una cosa. Dices que quieres que mi hermana te lleve ropa interior. No, querida, por favor. No me gusta que nadie, ni siquiera una mujer o una niña, vea cosas que te pertenecen. Me gustaría que fueras más cuidadosa y no dejases ciertas ropas tuyas por ahí, quiero decir cuando acaban de llegar de la lavandería. Oh, me gustaría que mantuvieras todas esas cosas ocultas, ocultas, ocultas. Me gustaría que tuvieses gran cantidad de ropa interior de todas clases, de todo tipo de colores delicados, guardada, planchada y perfumada.
¡Qué terrible es estar lejos de ti! ¿Has aceptado de nuevo en tu corazón a tu pobre amante? Voy a estar impaciente por tu carta y, sin embargo, te agradezco tu cariñoso telegrama.
No me pidas que te escriba una carta larga ahora, queridísima. Lo que he escrito me ha entristecido un poco. Estoy cansado de enviarte palabras. Nuestros labios pegados, nuestros brazos entrelazados, nuestros ojos desfalleciendo en el triste gozo de la posesión me complacerían más.
Perdoname queridísima. Tenía intención de mostrarme más reservado. Y, sin embargo, debo añorarte y añorarte y añorarte.

JIM/
44 Fontenoy Street, Dublín.

Querida mía, quizás debo comenzar pidiéndote perdón por la increíble carta que te escribí anoche. Mientras la escribía tu carta reposaba junto a mí, y mis ojos estaban fijos, como aún ahora lo están, en cierta palabra escrita en ella. Hay algo de obsceno y lascivo en el aspecto mismo de las cartas. También su sonido es como el acto mismo, breve, brutal, irresistible y diabólico.
Querida, no te ofendas por lo que escribo. Me agradeces el hermoso nombre que te di. ¡Sí, querida, “mi hermosa flor silvestre de los setos” es un lindo nombre¡ ¡Mi flor azul oscuro, empapada por la lluvia¡ Como ves, tengo todavía algo de poeta. También te regalare un hermoso libro: es el regalo del poeta para la mujer que ama. Pero, a su lado y dentro de este amor espiritual que siento por ti, hay también una bestia salvaje que explora cada parte secreta y vergonzosa de él, cada uno de sus actos y olores. Mi amor por ti me permite rogar al espíritu de la belleza eterna y a la ternura que se refleja en tus ojos o derribarte debajo de mí, sobre tus suaves senos, y tomarte por atrás, como un cerdo que monta una puerca, glorificado en la sincera peste que asciende de tu trasero, glorificado en la descubierta vergüenza de tu vestido vuelto hacia arriba y en tus bragas blancas de muchacha y en la confusión de tus mejillas sonrosadas y tu cabello revuelto.
Esto me permite estallar en lagrimas de piedad y amor por ti a causa del sonido de algún acorde o cadencia musical o acostarme con la cabeza en los pies, rabo con rabo, sintiendo tus dedos acariciar y cosquillear mis testículos o sentirte frotar tu trasero contra mí y tus labios ardientes chupar mi polla mientras mi cabeza se abre paso entre tus rollizos muslos y mis manos atraen la acojinada curva de tus nalgas y mi lengua lame vorazmente tu sexo rojo y espeso. He pensado en ti casi hasta el desfallecimiento al oír mi voz cantando o murmurando para tu alma la tristeza, la pasión y el misterio de la vida y al mismo tiempo he pensado en ti haciéndome gestos sucios con los labios y con la lengua, provocándome con ruidos y caricias obscenas y haciendo delante de mí el más sucio y vergonzoso acto del cuerpo. ¿Te acuerdas del día en que te alzaste la ropa y me dejaste acostarme debajo de ti para ver cómo lo hacías? Después quedaste avergonzada hasta para mirarme a los ojos.
¡Eres mía, querida, eres mía¡ Te amo. Todo lo que escribí arriba es un solo momento o dos de brutal locura. La última gota de semen ha sido inyectada con dificultad en tu sexo antes que todo termine y mi verdadero amor hacia ti, el amor de mis versos, el amor de mis ojos, por tus extrañamente tentadores ojos llega soplando sobre mi alma como un viento de aromas. Mi verga esta todavía tiesa, caliente y estremecida tras la última, brutal envestida que te ha dado cuando se oye levantarse un himno tenue, de piadoso y tierno culto en tu honor, desde los oscuros claustros de mi corazón.
Nora, mi fiel querida, mi pícara colegiala de ojos dulces, sé mí puta, mí amante, todo lo que quieras (¡mí pequeña pajera amante! ¡mí putita pichadora!) eres siempre mi hermosa flor silvestre de los setos, mi flor azul oscuro empapada por la lluvia.

JIM/


3 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín.

Mi querida niñita de las monjas: hay algún estrella muy cerca de la tierra, pues sigo presa de un ataque de deseo febril y animal. Hoy a menudo me detenía bruscamente en la calle con una exclamación, siempre que pensaba en las cartas que te escribí anoche y antenoche. Deben haber parecido horribles a la fría luz del día. Tal vez te haya desagradado su grosería. Sé que eres una persona mucho más fina que tu extraño amante y, aunque fuiste tu misma, tu, niñita calentona, la que escribió primero para decirme que estabas impaciente porque te culiara, aún así supongo que la salvaje suciedad y obscenidad de mi respuesta ha superado todos los límites del recato. Cuando he recibido tu carta urgente esta mañana y he visto lo cariñosa que eres con tu despreciable Jim, me he sentido avergonzado de lo que escribí. Sin embargo, ahora la noche, la secreta y pecaminosa noche, ha caído de nuevo sobre el mundo y vuelvo a estar solo escribiéndote y tu carta vuelve a estar plegada delante de mí sobre la mesa. No me pidas que me vaya a la cama, querida. Déjame escribirte, querida.
Como sabes queridísima, nunca uso palabras obscenas al hablar. Nunca me has oído, ¿verdad?, pronunciar una palabra impropia delante otras personas. Cuando los hombres de aquí cuentan delante de mí historias sucias o lascivas, apenas sonrío. Y, sin embargo, tu sabes convertirme en una bestia. Fuiste tu misma, tu, quien me deslizaste la mano dentro de los pantalones y me apartaste suavemente la camisa y me tocaste la pinga con tus largos y cosquilleantes dedos y poco a poco la cogiste entera, gorda y tiesa como estaba, con la mano y me hiciste una paja despacio hasta que me vine entre tus dedos, sin dejar de inclinarte sobre mí, ni de mirarme con tus ojos tranquilos y de santa. También fueron tus labios los primeros que pronunciaron una palabra obscena. Recuerdo muy bien aquella noche en la cama en Pola. Cansada de yacer debajo de un hombre, una noche te rasgaste el camisón con violencia y te subiste encima para cabalgarme desnuda. Te metiste la pinga en el coño y empezaste a cabalgarme para arriba y para abajo. Tal vez yo no estuviera suficientemente arrecho, pues recuerdo que te inclinaste hacia mi cara y murmuraste con ternura: “¡Fuck me, darling!”
Nora querida, me moría todo el día por hacerte uno o dos preguntas. Permítemelo, querida, pues yo te he contado todo lo que he hecho en mi vida; así, que puedo preguntarte, a mi vez. No sé si las contestarás. Cuándo esa persona cuyo corazón deseo vehementemente detener con el tiro de un revólver te metió la mano o las manos bajo las faldas, ¿se limitó a hacerte cosquillas por fuera o te metió el dedo o los dedos? Si lo hizo, ¿subieron lo suficiente como para tocar ese gallito que tienes en el extremo del coño? ¿Te tocó por detrás? ¿Estuvo haciéndote cosquillas mucho tiempo y te viniste? ¿Te pidió que lo tocaras y lo hiciste? Sino lo tocaste, ¿se vino sobre ti y lo sentiste?
Otras pregunta, Nora. Sé que fui el primer hombre que te folló, pero, ¿te masturbó un hombre alguna vez? ¿Lo hizo alguna vez aquel muchacho que te gustaba? Dímelo ahora, Nora, responde a la verdad con la verdad y a la sinceridad con la sinceridad. Cuando estabas con él de noche en la oscuridad de noche, ¿no desabrocharon nunca, nunca, tus dedos sus pantalones ni se deslizaron dentro como ratones? ¿Le hiciste una paja alguna vez, querida, dime la verdad, a él o a cualquier otro? ¿No sentiste nunca, nunca, nunca la pinga de un hombre o de un muchacho en tus dedos hasta que me desabrochaste el pantalón a mí? Si no estás ofendida, no temas decirme la verdad. Querida, querida esta noche tengo un deseo tan salvaje de tu cuerpo que, si estuvieras aquí a mi lado y aún cuando me dijeras con tus propios labios que la mitad de los patanes pelirrojos de la región de Galway te echaron un polvo antes que yo, aún así correría hasta ti muerto de deseo.
Dios Todopoderoso, ¿qué clase de lenguaje es este que estoy escribiendo a mi orgullosa reina de ojos azules? ¿Se negará a contestar a mis groseras e insultantes preguntas? Sé que me arriesgo mucho al escribir así, pero, si me ama, sentirá que estoy loco de deseo y que debo contarle todo.
Cielo, contéstame. Aun cundo me entere de que tu también habías pecado, tal vez me sentiría todavía más unido a ti. De todos modos, te amo. Te he escrito y dicho cosas que mi orgullo nunca me permitiría decir de nuevo a ninguna mujer.
Mi querida Nora, estoy jadeando de ansia por recibir tus respuestas a estas sucias cartas mías. Te escribo a las claras, porque ahora siento que puedo cumplir mi palabra contigo. No te enfades, querida, querida, Nora, mi florecilla silvestre de los setos. Amo tu cuerpo, lo añora, sueño con él.
Háblenme queridos labios que he besado con lágrimas. Si estas porquerías que he escrito te ofenden, hazme recuperar el juicio otra vez con un latigazo, como has hecho antes. ¡Qué Dios me ayude!
Te amo Nora, y parece que también esto es parte de mi amor. ¡Perdóname! ¡Perdóname!

JIM/

Amara yo el olvido


Giovanni Quessep

Felicidad en ruinas
Lo que han visto mis ojos
Volver al tiempo amado
Ya fugitiva música del polvo

(Nada tendrá el amor
Si en jardines o nieve
La Quimera le cuenta
Del valle de la muerte)

Felicidad en ruinas
Lo que ha visto mi alma en el encanto
Amara yo el olvido
Y el reino de las hojas que he encontrado

sábado, 25 de julio de 2009

Nuberu, el Señor de las Tormentas



Según la mitología asturiana, un poderoso personaje origina y gobierna las tormentas. Viste ropas raídas, un manto de pieles y un sombrero negro de ala ancha; luce una poblada barba y algunos dicen que, como Odín, es tuerto de un ojo. El Nuberu, que así es conocido, se desplaza por el aire montado en una nube. Habitualmente pastorea otras nubes y les hace descargar su contenido a voluntad, sin importarle las consecuencias que esto tenga sobre las tierras de los campesinos, las cuales suelen quedar en un estado lamentable, ya que pocas cosas gustan más al Nuberu que provocar una buena granizada.

Al igual que las fuerzas de la naturaleza, el Nuberu es implacable y puede resultar tanto maléfico como benéfico. En ocasiones desciende a tierra entre la niebla y, pasando desapercibido gracias a su aspecto de mendigo, solicita la ayuda de algún lugareño. Según se porte éste con él, así se portará él después con el lugareño. Si le niega la ayuda sufrirá su ira, normalmente en forma de tormenta devastadora. Por el contrario, si le ayuda recibirá después una lluvia benéfica para su cosecha, el aviso de un próximo desastre natural, o, tal vez, una promesa de futura hospitalidad si alguna vez visita la ciudad en la cual vive el Nuberu cuando no anda por ahí originando tormentas.

En las narraciones populares no existe consenso acerca del nombre o la ubicación de la ciudad del Nuberu. Su nombre oscila entre “Orita”, “Lita”, el sugerente “Ciudad del Grito” u otros, y se suele tratar de una ciudad lejana situada más allá del mar, por lo general en Egipto. Allí, dicen, el Nuberu tiene esposa e hijos, es conocido como Xuan Cabrito (o Cabrita) y considerado un gran señor. Cada día viaja desde su hogar a Asturias montado en una nube.

Los principales enemigos del Nuberu son los curas. Sobre ellos recae la difícil tarea de intentar ahuyentarlo de las cosechas. En cuanto los campesinos ven asomar al Nuberu, corren a buscar al sacerdote del pueblo, que, quiera o no, debe cumplir con su obligación si quiere evitar las iras de sus propios feligreses. Una vez frente al Nuberu, lo habitual es que el cura le arroje lo primero que encuentre a mano (y que puede ir desde una piedra hasta su propio bonete, pasando por un zapato) con la esperanza de descabalgarlo de su nube o, tal vez, de rasgarla obligándole así a retirarse. Con tan limitados recursos no resulta extraño que muchas veces el cura salga perdiendo y sus vecinos tengan que agarrarlo para que el Nuberu no se lo lleve con él.

Según la tradición popular, lo más efectivo para alejar al Nuberu es hacer sonar la campana de la iglesia, pues su tañido le desagrada enormemente, bien sea porque, como algunos dicen, en su sonido va implícita una oración o simplemente porque no le gusta su timbre metálico. Otros métodos consisten en colocar un carro con las patas apuntando al cielo, situar en los tejados de la casa un hacha con el filo hacia arriba o quemar laurel y romero al aire libre, dejando que el humo ascienda hacia las alturas. Rezar una oración a Santa Bárbara también hace que se vea obligado a pasar de largo, llevando sus nubes a descargar a otra parte.



Acerca del Nuberu existe un relato popular muy característico, el cual todos los folcloristas recogen, aunque con numerosas variantes. Cuenta que una tarde el Nuberu se bajó de su nube para descansar un rato en una montaña, y cuando volvió a buscarla ya no la encontró. Obligado por tanto a pasar la noche en tierra, el Nuberu pide entonces alojo en las casas más cercanas. El dueño de la primera le echa de mala manera, pero el de la segunda lo recibe amablemente, le da de cenar y le ofrece un cuarto en el que pasar la noche. A la mañana siguiente, el Nuberu le dice a su anfitrión que si alguna vez va a Egipto, a la Ciudad del Grito, pregunte por Xuan Cabrito, que es él. Tras despedirse, el Nuberu sube a un monte cercano, desde el cual provoca un temporal que arrasa las tierras del vecino que no lo quiso acoger y una fina lluvia que vuelve más fértiles las del pastor que le tan bien le trató. Después monta en una nube y se marcha volando.

Años más tarde, el pastor se ve obligado a embarcar rumbo a las cruzadas, dejando atrás a su prometida y abandonando su casa y su tierra. Antes de arribar a Tierra Santa, el barco en el que viaja naufraga, y el pastor, tras pasar por diversas aventuras, llega a una ciudad cuyos habitantes le dicen que es la Ciudad del Grito. Pregunta por Xuan Cabrito y los lugareños le indican su dirección.

Al llegar a esa casa, el pastor es recibido por un criado que le conduce ante la esposa del Nuberu. El Nuberu no está, pero no tarda en llegar, portando un saco lleno de sapos y culebras, que al parecer es lo que cena de forma habitual. Nada más entrar en su casa percibe la presencia del extraño: “Aquí huele a cristianizu”, exclama al principio con suspicacia, aunque después, al ver quién de quién se trata, se alegra enormemente.

Sin embargo, el Nuberu tiene malas noticias que darle al pastor: su prometida piensa que ha muerto y se va a casar con otro al día siguiente. El pastor se desespera al oír esto, porque es imposible que le dé tiempo a regresar para impedirlo. Pero el Nuberu le dice que no se preocupe, él le ayudará a llegar. Se dirige entonces a la cocina y llena una jofaina de agua. La pone en el suelo y le dice al pastor que salte por encima. Hace este lo que le piden, y al tocar el suelo al otro lado descubre que ya no se encuentra en casa del Nuberu, sino en la plaza de su pueblo, con tiempo de sobra para detener la boda de su prometida.



En otras versiones, el pastor regresa a casa montado en una cabra mágica que el Nuberu le presta, o en una nube que el mismo Nuberu acepta conducir bajo la condición de que no mencione a Dios ni a los santos. El pastor incumple su promesa y el Nuberu le arroja de su nube, aunque afortunadamente ya están sobrevolando el pueblo y cae encima del árbol de la plaza mayor, que frena la caída. En otras variantes, poco antes de llegar a casa del Nuberu el pastor atraviesa una densa niebla en la cual se pierden dos amigos que le acompañaban y acerca de los cuales nunca vuelve a saber nada. Según algunos al principio de la historia al Nuberu no se le escapa su nube, sino que cae a tierra junto a un rayo.

Los folcloristas relacionan al Nuberu con las divinidades paganas de la tormenta, como el Taranis celta. Con Odín guarda un cierto parecido físico y algunas similitudes en el comportamiento, ya que el dios nórdico también se hace pasar por mendigo para moverse entre los mortales sin ser reconocido. Otro detalle que podría resultar significativo es el hecho de que la ciudad del Nuberu, aunque en un país real, esté tras el mar, al igual que muchas tierras mágicas habitadas por seres sobrenaturales, como el Tir Na Nog de los celtas.

Teniendo esto en cuenta, podemos aventurar que el Nuberu es un dios pagano que, de forma bastante airosa, sobrevivió a la cristianización de Asturias, la cual, por otro lado, debió de resultar bastante difícil. Aún en el siglo XVIII el obispo de Oviedo se quejaba de los restos de paganismo que sobrevivían en la región. No sólo dentro de las narraciones populares vencía el Nuberu a los representantes de la Iglesia.

viernes, 24 de julio de 2009

No sé


No sé ni por donde empezar...ni siquiera sé lo que siento en estos momentos...recuerdos ya casi de él no tengo, apenas viene a mí mente los buenos momentos...aunque me pregunto ¿ Alguna vez los hubo?.....¿ estaré empezando a olvidarle?...sólo me quedan en mi recuerdo mis lágrimas,han sido tantas, tanto dolor ¿ para qué?...¿le habrá servido de algo a él?...¿dónde está mi Rey Arturo, el que conocí?....supongo que él también murió de alguna manera....bueno creo que está pasando al olvido de por vida, aunque jamas olvidaré sus ofensas, eso quedo marcado en mi corazón como una cicatriz que jamas podrá borrarse.....

Ese hombre moreno, con mirada perdida, que es tan caballeroso con mi persona, que su mirada taladra mi alma, que un día reconforto mí corazón por su cercanía, ese que estaba tan cerca de mí que acelero hasta mí pobre corazón hasta el punto que casi estalla.....que su mirada hacia mi boca me provocaba un sed tremenda de sus besos....ese que ahora está en mí pensamiento....ese al cual le callo mi sentir....ese es el que ahora ocupa mi pensamiento....gracias por ser como eres conmigo........

miércoles, 22 de julio de 2009

La despedida de la poetisa Alfonsina Storni



Alfonsina (ya comenzamos a conocerla en “Alfonsina Storni, poesía de amor y dolor“) era una poeta de nacionalidad Suiza y Argentina de corazón cuya vida fue dura de principio a fin. Pero ella supo cómo exorcizar los demonios y sacar provecho de todo el dolor que su cuerpo y alma soportaban. Hasta el último día de su vida ella dirigió las riendas de su destino, con honor su muerte se ha convertido en leyenda, su vida en testimonio de lucha y sus poemas son y serán fuente de inspiración para las generaciones de hoy y las del mañana.

Por el año 1935 la salud de Alfonsina se ve vapuleada por un cáncer de mama, se somete a una mastectomía la que le deja extremas cicatrices no sólo en su cuerpo sino también en su alma, por su personalidad depresiva las secuelas de la enfermedad hacen que caiga en un pozo oscuro y profundo donde no permite que entre la luz ni una mano amiga.

Dos años más tarde su corazón recibe otro golpe, su amigo Horacio Quiroga se quita la vida, ella le dedica un poema el cual también presagia su propio final:


Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán.

En 1938 un vuelco de la vida le hace volver a sonreír, el Ministerio de Instrucción Pública de Uruguay le invitaba a un acto para las tres fabulosas poetisas del momento, allí la acompañarían Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. Con gran entusiasmo escribe su conferencia a la que titula “Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj”. A mitad de ese mismo año publica Antología con sus poemas predilectos.

Luego la esporádica felicidad se derrumba al recibir el diagnóstico médico y la sentencia de muerte, su cáncer había regresado y era terminal. Decidida a no seguir luchando y morir con dignidad, viaja a la ciudad de Mar del Plata donde escribe dos cartas de despedida, una dedicada a su hijo y la otra era un poema dirigido al diario La Nación.



Un 25 de febrero con determinación se dirige al frío mar para fundir su cuerpo con sus aguas. Si bien quienes escribieron sobre la vida de esta luchadora mujer estipulan que se arrojó desde una escollera, el relato popular intenta conservar el velo romántico y místico de sus poemas cuenta que lentamente se internó en el mar. Luego de su muerte se erigió un monumento en su memoria, frente a la playa la perla en Mar del Plata, donde ella se quitó la vida.

Su muerte pasó a convertirse en leyenda la cual está plagada de poesía y romanticismo, por ello muchos artistas, siendo la más destacada Mercedes Sosa (con el tema Alfonsina y el mar) le dedicaron canciones en su honor.

Poema de despedida

Dientes de flores, confía de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Pónme una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que te olvides.

Gracias… Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…”

Alfonsina Storni, poesía de amor y dolor


Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Suiza. A sus 4 años la familia viaja a la Argentina, concretamente a la provincia de San Juan donde la poetisa vivencia los primeros recuerdos y muestra su innato espíritu literario:

“Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta”.

En el año 1901 su madre y hermanos se trasladan a vivir a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, abren una escuela domiciliaria y luego instalan el Café Suizo cerca de la estación de trenes de la cuidad. A la corta edad de 10 años Alfonsina ayudaba en el local atendiendo a los clientes y lavando los platos sucios, con el tiempo y cansada de las tareas de un bar se emplea en una fábrica de gorras pero su vida cambia de rumbo cuando en 1907 llega a Rosario la compañía de teatro de Manuel Cordero.


Alfonsina debuta en las tablas tomando el papel de una actriz que se había enfermado, gracias a su buena actuación se le concede la posibilidad de recorrer el país junto a la compañía teatral. Según sus propias palabras la experiencia le ahogaba e hizo torcer rumbos pero a su vez le agudizó los sentidos y en cierta forma contribuyó a formar su personalidad.

Cuando regresó a la cuidad se halla con la sorpresa de que su madre se había casado y vivía en Bustinza, una localidad de la provincia de Santa Fé por lo cual ella se traslada a Coronda y se recibe de maestra rural. Ejerce como docente y a la vez escribe sus poemas en 2 revistas Mundo Rosarino y Monos y Monadas.

Por el año 1911 se muda a la capital Argentina, Buenos Aires donde tiene a su primer y único hijo, Alejandro, del cual no se sabe quien fue su padre. Alfonsina no bajaba los brazos y luchaba con uñas y dientes, haciéndole frente heroicamente a las vicisitudes que pasaba toda madre soltera en esa época publica el famoso libro La inquietud del rosal.

Para solventar los gastos y mejorar su situación económica, se emplea como cajera en una tienda y colabora en la revista Caras y Caretas, en esos tiempos conoce a personajes sobresalientes del mundo literario como José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Ugarte. Y establecida y con un mejor pasar viaja constantemente a Uruguay donde entabla amistad con Juana de Ibarbourou y el escritor Horacio Quiroga.

En 1918 da a conocer su segunda publicación, El dulce daño; ese mismo año es condecorada con la medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas. Al tiempo publica Irremediablemente y en 1920 Languidez. Este último trabajo según palabras de su amiga Juana de Ibarbourou era merecedor del Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura.

Alfonsina participaba activamente de actividades gremiales y formó parte de la creación de la Sociedad Argentina de Escritores. Desde 1928 a 1934 realizo frecuentes viajes a España los que le impulsaron a crear escritos dramáticos, repletos de reflexiones feministas y con un velo de erotismo algo muy inusual para esos años, estos son Mundo de siete pozos y Mascarilla y trébol.

Alfonsina era una mujer como pocas en ese tiempo, de mentalidad avanzada y con marcado perfil feminista se abrío paso en la sociedad logrando hacerse de un pedestal que nuca bajaría. Si desean conocer más acerca de la vida y obra de esta dama, les esperamos “La despedida de la poetisa Alfonsina Storni“.

domingo, 19 de julio de 2009

Yo fui


Yo fui.
Columna ardiente, luna de primavera.
Mar dorado, ojos grandes.

Busqué lo que pensaba;
pensé, como al amanecer en sueño lánguido,
lo que pinta el deseo en días adolescentes.
Canté, subí,
fui luz un día
arrastrado en la llama.

Como un golpe de viento
que deshace la sombra,
caí en lo negro,
en el mundo insaciable.

He sido.
Luis Cernuda

Dos fábulas para tiempos sombríos


Segunda
fábula (El amor)


1.
Génesis

En el principio era el amor.
Cuando el alba
buscaba un dueño.
Cuando todas las criaturas
llevaban sus cuerpos
desiertos.

En el principio era el amor.
En todo tenía su
reino.
La noche entera era el latido
de tan hondo enamoramiento.

El amor y las almas, juntos
fueron creando el Universo.
Las
almas fueron su metal.
El amor su mágico fuego.

En el
principio era el amor.
Los cuerpos estaban desiertos,
y cada
cuerpo buscó un alma
que lo tuviera prisionero.

Para el
cuerpo, recién nacido
de la noche, todo fue nuevo.
Ignoró, por no
entristecerse,
que el alma tenía recuerdos.

En el principio
era el amor.

2. Sin saberlo

Alguna vez, un alma halló
el alma que la
completaba.
Cuando los cuerpos se tuvieron,
olvidaron que había
alma.

No llegaron a lo que dura,
y gozaron de lo que pasa.
Luego se fueron, dividieron
el caudal de su única agua.


3. Segundo amor

En
el principio era el amor.
Sin el amor nada existía.
El alma que
una vez amó,
nunca jamás se apagaría.


Volver a
amar era intentar
tornar al punto de partida,
apresar humo, tocar
cielos,
poseer la luz infinita.


Volver a
amar era querer
revivir las flores marchitas.
Era escuchar la voz
del alma
que llamaba al alma perdida.


Volver a
amar era llorar
por la dicha desvanecida.
Era encontrar con quien
partir
el pan y el vino de otros días.


Pero -de
sobra lo sabemos-
sólo una vez se ama en la vida.
Volver a amar,
es evocar
el amor que colmó la dicha.


Es, sin
querer, hacer sufrir.
Sentir la rueda detenida.
Que si el espejo
sufre, es porque
la vieja imagen está viva.


En el
principio era el amor.


De "Con
las piedras, con el viento" 1950
José Hierro

Ibiza, las mejores playas...



Cafés, bares y discotecas invitan a vivir la noche ibicenca.La mayor de las Islas Pitiusas tiene su más conocido atractivo en la vida nocturna, en la marcha, en la juventud que escoge la isla para sus vacaciones. Sin embargo, Ibiza también ofrece magníficas playas, preciosas calas a las que sólo se llega por rocosos caminos o a través del mar, en botes o lanchas.

Son playas de arena fina y rocas, con un mar intensamente azul, salpicado de islotes, y muchas de ellas animados puntos de reunión de famosos, además de estar rociado su litoral de chiringuitos repletos de turistas de todas las nacionalidad. Ibiza es, en este sentido, cosmopolita como ninguna.

Vamos a recorrer las mejores playas de Ibiza:


- Ses Salines

Muy cerca de la capital, al Sur, se encuentra el mayor emblema de la capital: Ses alines, que debe el nombre a los estanques salinos que hay cerca de la playa y que forman parte del Parque Natural de Ses Salines. Allí, además, podremos avistar muchos tipos de aves, como el flamenco o el águila pescadora. Son las playas con más marcha de la isla, y el lugar donde los jóvenes llegan a reunirse hasta altas horas de la madrugada.

- Cala d’Hort

Seguimos bordeando la isla hacia el Oeste para llegar hasta Cala d’Hort, una playa rocosa, pequeñita y acogedora y que destaca más por lo paisajístico. Echaos la cámara de fotos porque tomaréis preciosas instantáneas. Frente a la cala sobresalen del mar los islotes de Es Vedrá y Es Vedranelle, los cuales, por cierto, de donde mejor se pueden ver es desde la Torre des Savinar, en una carretera que une a la población de Cubells con Cala d’Hort.




- Cala Comte

Subiendo al Norte, en Sant Josep, se encuentra la Cala Comte, donde hay magníficas playas blancas con aguas turquesas. También esta cala está salpicada en su horizonte por islotes: Es Bosc, Sa Conillera y S’Espartar.

- Cala Salada

Está un poco más al norte, pero muy cerca a la Cala Comte, en el municipio de Sant Antoni, un lindo pueblecito marinero que escogen muchos ibicencos para ir a nadar. Allí, las aguas son transparentes y podrás sentir la sensación de nadar entre los mismos peces. Muy cerquita, nadando incluso, está la Cala Saladeta, más pequeña y acogedora que la anterior, además de mucho más tranquila y escondida.

- Cala Benirrás

Se encuentra al norte de la isla, entre las localidades de Port de Sant Miquel y Sant Joan de la Britja. Es Cala benirrás un lugar con una Naturaleza aún casi virgen, con abruptos acantilados y un paisaje y una belleza que le han valido ser declarado Area Natural de Especial Interés. Allí, en verano, es habitual encontrar a quien va a ver el mágico momento del ocaso del Sol, ese instante en que las sirenas parecen acoger en su pecho a Helios, a la espera de un nuevo día…

Los caballitos de Mar, hermosa fauna marina.


Los caballitos de mar (Hippocampus) son los peces más populares y hermosos del reino animal. Deben su nombre de “caballito” a la forma de tu cabeza, que está en posición recta respecto al cuerpo. Son muy pequeños, pueden medir desde 15 milímetros hasta 20; viven cerca de las costas -entre corales y manglares- en aguas templadas y tranquilas, por lo que son habituales en aquellas zonas tropicales en todo el mundo como las Indo pacíficas y Atlántica-Oeste.

Este peculiar animal ha estado en peligro de extinción debido al interés que suscita entre los coleccionistas de fauna marina. Su supervivencia depende, en gran medida, de que no se les atrape, además de sus propias técnicas. Utiliza el camuflaje para resguardarse de depredadores. Hay algunas imágenes realmente sorprendentes de cómo se funden con el paisaje marino. Asimismo, se alimentan de forma constante, ya que carecen de aparato digestivo. Le gusta ingerir crustáceos y lo hacen a través de su “hocico” óseo, mediante un hábil movimiento de cabeza -además, sus ojos tienen movilidad independiente-.


Quizás uno de los rasgos más peculiares de los caballitos de mar, es su forma de nadar, totalmente diferente al resto de peces. Utiliza su aleta dorsal para impulsarse y se desplaza con su cuerpo en ángulo recto. Utiliza su cola prensil para enrollarse y así poder engancharse a cualquier planta acuática que se encuentro en su camino. Si todo esto te ha parecido curioso, presta atención a su reproducción: la única en el reino animal donde es el macho quien gesta a las crías.

Padre y madre a la vez.
En la época de celo, tanto el caballito macho como la hembra entrelazan sus colas, danzan, y la hembra deposita con una papila genital, de unos 3mm. de largo, sus huevos a la bolsa ventral (incubatriz) de los machos. Es en este rápido recorrido cuando se produce la fertilización, que dura unos 6 segundos. Es decir, se liberan los espermatozoides en el exterior. Una vez dentro, cada huevo tendrá su propio compartimento, en una especie de placenta individual. Pueden ser varias hembras las que depositen, y los huevos que lleguen a esta bolsa se gestarán durante 60 días y nacerán dentro.

Una vez eclosionados, estos se alimentan de la propia bolsa que lo vio crecer. Sin embargo, el padre debe restregarse contra una roca para que puedan salir. Estas crías son una réplica perfecta de sus padres, pero en miniatura. Días posteriores, entrarán y saldrán de la bolsa de su padre según las circunstancias lo permitan.

Sin duda, una maravillosa especie marina que debería poder vivir plácidamente en nuestro fondo oceánico. Hay que proteger nuestros mares, albergan auténticos tesoros de la naturaleza.

viernes, 17 de julio de 2009

Hello by Lionel Richie

He estado solo contigo
Dentro de mi mente
Y en mis sueños
he besado tus labios
Mil veces
Algunas veces te veo
Pasar fuera de mi puerta

¡Hola!
¿Es a mi a quien
estás buscando?
Puedo verlo en tus ojos
Puedo verlo en tu sonrisa
Eres todo lo que
siempre he deseado
Y mis brazos
están bien abiertos
Porque tu sabes
exactamente que decir
Y sabes exactamente
que hacer
Y yo quiero decirte tantas cosas
Te amo

Anhelo ver la luz
del sol en tu pelo
Y decirte una y otra vez
Cuanto me importas
Algunas veces pienso que
mi corazón se desbordará

¡Hola!
Simplemente tengo que dejarte saber
Porque me pregunto donde estás
Y me pregunto que haces
¿Estás en alguna parte
sintiéndote solitaria?
¿O hay alguien amándote?
Dime como ganar tu corazón
Porque no tengo ni idea
Pero déjame empezar
diciendo te amo

¡Hola!
¿Es a mi a quien estás buscando?
Porque me pregunto donde estás
Y me pregunto que haces
¿Estás en alguna parte
sintiéndote solitaria?
¿O hay alguien amándote?
Dime como ganar tu corazón
Porque no tengo ni idea
Pero déjame empezar diciendo te amo...

lionel richie-say you say me

Banda sonora de la película Noches de Sol.....

Quien no la haya visto no tiene perdón.....

Xavi Fuentes, fotografía





Pincha la foto para link



Xavi Fuentes es un fotógrafo de Barcelona cuyo trabajo está lleno de emociones contenidas. Sus fotografías son una mezcla entre formas, líneas y luz y, con ellas, consigue arrancar diferentes y valiosas sensaciones al espectador. Con un blanco y negro directo, Xavi nos sumerge en una realidad, donde los elementos se confabulan para ofrecernos una visión profunda y distinta con sus paisajes de ensueño. Además de su web, también podemos seguir su trabajo y otras novedades en su photoblog.

Gatos negros, mitos y supersticiones


Desde el inicio de los tiempos, los gatos negros fueron considerados animales mágicos. En el Antiguo Egipto eran sagrados y adorados, relacionados con el culto a la diosa Bastet. Matarlos era un crimen capital, y cuando el gato de una familia moría, era momificado y la familia entraba en luto. Los romanos también consideraban al gato sagrado y lo introdujeron en Europa.

Sin embargo, durante la Edad Media, se relacionó a los gatos negros con la brujería y el mal, creyendo que eran brujas transformadas. Esto fue motivo de persecución, cacería y quema de gatos en hogueras. Lo que no tuvieron en cuenta fue que al disminuir la población de gatos, las ratas abundarían en los pueblos, propagando epidemias de peste. Afortunadamente, el oscurantismo acabó y los gatos negros pudieron vivir tranquilos otra vez.

En la Inglaterra victoriana se consideraba que si los recién casados se encontraban con un gato negro, esto simbolizaba prosperidad en el matrimonio. También los marineros creían que tener un gato a bordo traería buena suerte, y sus mujeres solían tener uno en casa, para “asegurar” el regreso de sus maridos después de la travesía.


En algunas partes de Europa, un gato negro que cruza su trayectoria se considera buena suerte; sin embargo, en EE.UU. y en las partes de Europa que ferozmente luchaban contra el paganismo, la asociación con las brujas los hizo ser considerados como portadores de mala suerte.

Existen muchas creencias acerca de los gatos negros. En Escocia, un gato negro extraño en la entrada de una casa o templo simboliza prosperidad. En Irlanda, cuando un gato negro cruza su trayectoria en el claro de luna, significa que va a haber una enfermedad epidémica. En Italia, si se pone en la cama de una persona enferma, esa persona morirá.

En los lugares donde las cazas de brujas no fueron muy populares, los gatos negros conservaron su estado como buena suerte, y todavía se consideran como tal en Gran Bretaña e Irlanda. Y en la cultura rumana e india, una de las supersticiones más fuertes todavía temidas es que los gatos negros que cruzan su trayectoria representen mala suerte, a pesar del hecho de que estas regiones nunca fueron afectadas por cazas de brujas o antipaganismo. Una superstición idéntica sobrevive también en América y en Europa central.

A pesar de todas las leyendas que envuelven a los gatos negros, los científicos los ven como animales de un valor muy positivo, ya que los genes que determinan su color pueden ayudar a luchar contra las enfermedades. Por lo tanto, los gatos negros son más inmunes y tienen una mejor salud.

La extraña desaparición de Agatha Christie


El nombre real de una de las escritoras más famosas de la historia de la literatura fue el de May Clarissa Miller. Agatha Christie, como se la conoce en la actualidad, fue la autora de más de 80 grandes novelas policíacas. En 1914 se casó con el coronel Archibald Christie, y en 1926, después de doce años de un turbulento matrimonio, comenzaron a ocurrir hechos misteriosos.

Agatha desapareció mientras vivía en Sunningdale, en Berkshire, el 3 de diciembre de 1926. Su coche abandonado fue encontrado cerca de un lago en Newland’s Corner, en Surrey, provocando el inicio de una investigación policial y de mucha especulación por parte de la prensa. Hubo teorías que afirmaban que se había fugado, o que se había incluso suicidado, llegando a contarse que todo era una simple publicidad para sus obras.

Pero Agatha fue encontrada tres semanas más tarde en el spa del Hotel Hydropathic, en Harrowgate, donde se había alojado con un nombre diferente y había permanecido desde el primer día de su desaparición. Allí fue reconocida por uno de los huéspedes del hotel. Cuando Archie Christie llegó para identificar a su esposa, ella no negó ser Agatha Christie pero alegó que sufría de amnesia y dijo que no tenía ni idea de cómo había podido llegar hasta aquel spa de Harrowgate.


Por lo visto el matrimonio de Agatha y Archie comenzaba a ir de mal en peor. Él comenzó a verse con otra mujer, Nancy Neele, y en 1926 le pidió el divorcio a Agatha. Muchos creen que la escritora, molesta por el inminente divorcio y la reciente muerte de su madre, pudo haber sufrido una crisis nerviosa que la llevó a desaparecer de esa manera.

En el momento de su desaparición, Agatha era ya una reconocida escritora de novelas de misterio. Su última novela, El asesinato de Roger Ackroyd, la había hecho famosa y su desaparición llegó a ocupar durante tres semanas las principales portadas de los periódicos. Nadie podría haber imaginado que la propia Agatha tuviera incluso misterios sin resolver en su propia vida real.

Muchos piensan que la desaparición de Agatha se debió a que ella quería avergonzar a su marido o convertirlo en sospechoso de asesinato. Las especulaciones de que Archie hubiera podido asesinar a su famosa esposa llevaron a la policía a iniciar una intensa investigación que incluía las grabaciones al teléfono del marido. De hecho, una de las razones por las que los investigadores creyeron que que la desaparición de Agatha Christie se produjo como venganza hacia su marido fue el hecho de que ella firmara en el hotel bajo el nombre de Teresa Neele, el mismo apellido que la amante de su esposo…

Pero las teorías más aceptadas fueron las de un ataque de amnesia. El biógrafo de la escritoria, Andrew Norman, ha intentado demostrar que Agatha sufrió una rara forma de estrés que le llevó hasta la propia amnesia.

Cualquiera que fuera la causa de su misteriosa desaparición, Agatha Christie no volvió nunca más a hablar sobre ello. Si fue debido a la amnesia o bien un intento de vengarse de su marido, el enigma se encuentra para siempre alojado en la tumba de la escritora.

Lady Godiva, desnuda sin piedad


Bajo el reinado de Eduardo el Confesor, (1042-1066), rey de Inglaterra, el pueblo de Coventry se ahogaba bajo los impuestos. Las súplicas para reducir dicho gravamen fueron ignoradas por el conde de Mercia, encargado de reclamarlos. Ante los peticiones del pueblo, la respuesta fue una nueva subida en dichos impuestos.

La esposa de Leofric, que así se llamaba el conde de Mercia, Godgifu, casta y de carácter piadoso, pidió a su marido que tuviera compasión. Tal fue su insistencia, que Leofric le hizo una propuesta: “Pasea desnuda, montada sobre tu caballo, por el mercado del pueblo cuando esté lleno de gente”. Si era capaz, prometía perdonar las deudas impositivas a sus pobres súbditos.



Ante el asombro de él, ella aceptó sin más. Al día siguiente desnuda y a lomos de un caballo, se dirigió hacia el pueblo. Tan sólo la cubría su largo y ondulado cabello suelto.

El conde de Mercia no tuvo más remedio que acceder a sus peticiones y ella ha pasado a la historia como Lady Godiva.

Su nombre anglosajón era Godgifu, que significa gift of God , esto es, regalo de Dios. Godiva es la versión latina de este bello nombre.

En cuanto a si es un hecho histórico o simplemente una preciosa leyenda, los historiadores no pueden afirmar ni una cosa ni otra, pero sí creen que tiene una base real. Sea como fuera, es una hermosa historia que merece la pena conocer.

jueves, 16 de julio de 2009

Me declaro vencido


Miguel Martí i Pol



Me declaro vencido. Los años que me quedan
los malviviré en penumbra. Cada mañana
deshojaré una rosa -la misma-
y con tinta evanescente escribiré un verso
débil y nostálgico en cada pétalo.
Os lego mi sombra en testamento:
es lo más perdurable y sólido que tengo,
y los cuatro palmos de mundo tranquilo
que creo cada día con la mirada.
Cuando muera, cavad un profundo hoyo
y enterradme en él de pie, frente al mediodía,
que el sol. al salir, me ciegue el fondo de los ojos.
Así la gente que me vea exclamará:
-Mirad, un muerto con la mirada viva.

De "La piel del violín"
Versión de Adolfo García Ortega

Incitación


En el muro quedaron los tatuajes del juego,
el tiempo me conmina pero no me doblego,
siento a pesar de todo brutal desasosiego
y el código de agobios lo dejo para luego.

Antes de que el crepúsculo en noche se convierta,
y se duerma la calle y se entorne la puerta
a solas con mi pobre madurez inexperta,
quiero que mi demanda se encuentre con tu oferta.

No es bueno que la astucia me busque a la deriva
como si el amor fuera sólo una tentativa
y ya que ahora asombras a mi alma votiva,
confío en que asombrado tu cuerpo me reciba.

Nos consta que el presente es breve y es impuro,,
pero cuando los torsos celebren su conjuro
y llamen nuestros ojos cual brasas en lo oscuro,
sólo entonces sabremos cómo será el futuro.

Aspiro a que tu suerte de nuevo me rescate
del frío y de la sombra..... del tedio y el combate,
la gloria nos espera sola en su escaparate
mientras tú y yo probamos la sal y el disparate.

Sola en su desafío nos espera la gloria
y con su habilidad veterana y suasoria
entre nosotros borra la línea divisoria
y nuestros pies se buscan para empezar la historia.

Mario Benedetti....

Imagenes de cine, Terminator en exposición











Permitidme hoy que me desvíe un poco de las fotos de paisajes, de las imágenes de animales simpáticos, o de los viajes por el mundo. Hoy es Terminator el tema central de este post. Sí, sé que os extrañará, pero se me ocurrió la idea al ver una exposición que celebran en Tokio con motivo del estreno de la nueva Terminator 4.

Aquel año 1984 fue un año histórico para el cine. En un año en que Amadeus fue la triunfadora en los Oscars, y en el que Harrison Ford hacía las delicias de todos con su Indiana Jones, los aficionados al séptimo arte nos vimos sorprendidos por la avalancha de cintas de ciencia ficción: famosos títulos como La Historia Interminable, Dune o Los Cazafantasmas aparecieron aquel año, pero sin duda, el que se llevó la palma por sus métodos revolucionarios fue Terminator, aquel terrorífico robot exterminador llegado del futuro capaz de las transformaciones más imposibles.

El mundo quedó cautivado por las escenas tan avanzadas que pudimos ver, por los modernísimos medios (para aquellos tiempos) utilizados, y por una historia que a pesar de su irrealidad, atrapaba de tal modo.




El cyborg asesino al que interpretaba Arnold Schwarzenegger se convirtió en poco tiempo en un icono del cine de ficción, y tanto atrajo al mundo, que en la segunda parte de la película acabaron por convertirlo en el salvador de la civilización.

James Cameron en la dirección, y Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton como actores principales fueron los que dieron vida a aquella película.



Terminator 4 está ya entre nosotros. 4 ediciones ya desde aquel 1984. Y es con motivo de este estreno que en Tokio, en Japón, se está realizando una exposición en el ámbito del Museo de Ciencia y Tecnología.

Un lugar donde los amantes de la saga podrán disfrutar de los T-100, los cyborg, de su pasado y su presente, de la evolución que han sufrido, y además, de muchos de los artefactos utilizados en la película.



Yo, por mi parte, que no podré ir a Japón a verlo, me quedo con los recuerdos de la fantástica exhibición que pude ver en el Parque de Atracciones de la Universal en Los Ángeles. Allí, en una obra magnífica que combinaba actores reales, con película en 3D pude disfrutar de los magníficos efectos de esta película, aparte de verme envuelto en una batalla casi real entre gigantescos Terminators que nos aparecieron en la sala de cine…

La leyenda de Robin Hood


Robin Hood es una de las grandes figuras de la historia británica, a pesar de que se cuenta en muchas ocasiones que fue uno de los forajidos más célebres de Inglaterra. Pero, ¿conocéis realmente quién fue Robin Hood?, ¿fue un hombre real o un mito?.

La primera referencia que tenemos de Robin Hood, o Robyn Hode, como se le cita textualmente, está en la segunda versión de los Embarcaderos de Plowman, escrito en 1377. La balada de Lytell Geste de Robin Hood y su banda se cantaba ya durante el siglo XV.

El manuscrito Sloane del Museo Británico contiene un escrito anónimo con la vida de Robin Hood. De acuerdo con esta descripción, se cree que nació en Lockesley, en el condado de Nottinghamshire o Yorkshire, alrededor del año 1160. Lamentablemente, el lugar ya no existe, aunque sí hay un pueblo llamado Loxley en el condado de Staffordshire.

Varias regiones de Inglaterra reivindican el haber sido el lugar del nacimiento y las correrías de Robin Hood, siendo el más conocido Notthingham y su bosque de Sherwood. No obstante, al comienzo de varios relatos se le cita como Robin de Barnsdale, colocando a sus seguidores en los bosques alrededor de Pontefract, en Yorkshire, cerca de la bahía de Robin Hood.


Pero también hay un gran número de historias que abogan por la existencia real de Robin Hood. Una de ellas cuenta que fue un defensor de Simon de Montfort, y a su lado con sus rebeldes luchó contra Enrique III en la Batalla de los Barones de 1260. Otra tradición afirma que nació en Wakefield y tomó parte en la rebelión de Thomas Lancaster contra Eduardo II en 1322.

Sin embargo la historia más real puede ser la que nos ofrece el nombre de Robert Hood que aparece en un documento legal de 1226 y al que se le califica como fugitivo. No se sabe a ciencia cierta si este Robert Hood fue el que más tarde dio lugar a la leyenda de este personaje.

Hay una tradición en la que se cuenta que Robin Hood fue indultado por el rey de Inglaterra. El rey en cuestión no se sabe cuál fue, aunque se habla de Ricardo Corazón de León, aunque un escrito medieval lo cita con el nombre de Eduardo. Históricamente hablando, Eduardo II pudo ser el monarca que se esconde tras esta historia, ya que se sabe que fue en el 1323.

El romance entre Robin Hood y Maid Marian es en sí mismo una leyenda, aunque algunos de los escritos ni siquiera lo comentan, y quizás pudo ser establecido mucho más tarde para darle un cariz romántico a la figura legendaria del personaje.

Robin Hood se convirtió así en el héroe valiente de la fantasía popular. Algunos todavía hablan de que pudiera ser una especie de dios pagano. Se fundamentan en que Robin es un nombre común entre las hadas, y tal vez pudo ser incluso una representación de un antiguo dios de los bosques.

Poco nos importa en estas fechas si Robin Hood vivió en persona o no. Lo único que sí sabemos es que sigue muy vivo en la imaginación de las gentes y que su leyenda ha cruzado en multitud de ocasiones el gran charco de las generaciones y los siglos.

domingo, 12 de julio de 2009

Centésimas del alma


" Una vez que me asediaste
Dos juramentos me hiciste
Tres lagrimones vertiste
Cuatro gemidos sacaste
Cinco minutos dudaste
Seis más porque no te vi
Siete pedazos de mí
Ocho razones me aquejan
Nueve mentiras me alejan
Diez que en tu boca sentí
Once cadenas me amarran
Doce quieren desprenderme
Trece podrán detenerme
Catorce que me desgarran
Quince perversos embarran
Mis dieciséis esperanzas
Las diecisiete mudanzas
Dieciocho penas me dan
Diecinueve me guardarán
Veinte mas que ya me alcanzan
Veintiún son los dolores que
Veintidós pensamientos
Me dan veintitrés tormentos por
Veinticuatro temores
Veinticinco picaflores me dicen
Veintiséis veces que
Veintisiete me ofrecen
Veintiocho de sus estambres son
Veintinueve calambres los
Treinta que me adolecen
Treinta y un días te amé
Treinta y dos horas soñaba
Treinta y tres minutos daban o
Treinta y cuatro tal vez
Treinta y cinco yo escuché
Treinta y seis junto a tu pecho
Treinta y siete fue a mi lecho
Treinta y ocho de pasión
Treinta y nueve el corazón
Cuarenta marcó el pecho
Cuarenta y una distancias
Cuarenta y dos vide en ti
Cuarenta y tres recorrí
Cuarenta y cuatro con ansia
Cuarenta y cinco fragancias
Cuarenta y seis aspiré
Cuarenta y siete después
Cuarenta y ocho suspiro
Cuarenta y nueve delirio
Cincuenta de tu interés
Cincuenta y una penuria y
Cincuenta y dos bramidos
Cincuenta y tres alaridos y
Cincuenta y cuatro furias
Cincuenta y cinco son las tuyas
Cincuenta y seis engañifa
Cincuenta y siete la rifa
Cincuenta y ocho me dió
Cincuenta y nueve el adiós
Sesenta de tu avaricia
Sesenta y un besos creo
Sesenta y dos que me diste
Sesenta y tres que volviste
Sesenta y cuatro cual reo
Sesenta y cinco deseos
Sesenta y seis demostraste
Sesenta y siete alcanzaste
Sesenta y ocho es tu afán
Sesenta y nueve al final
Setenta me traicionaste
Setenta y una revueltas
Setenta y dos como gallo
Setenta y tres a tus rayos
Setenta y cuatro a mi puerta
Setenta y cinco respuestas
Setenta y seis completé
Entonces consideré setenta y siete piedades
Setenta y ocho miradas
Ochenta veces después
Ochenta y un sentimientos me dan
Ochenta y dos hieles
Ochenta y tres los infieles
Ochenta y cuatro del cuento
Ochenta y cinco no encuentro
Me agitan ochenta y seis
Ochenta y siete la luz me da
Ochenta y ocho multas por
Ochenta y nueve culpas
Noventa que yo pagué
Noventa y una sorpresas
Noventa y dos veces tuve
Noventa y tres que yo anduve
Noventa y cuatro asperezas
Noventa y cinco rarezas tu amor dio
Noventa y seis
Noventa y siete de rey
Noventa y ocho ironías
Noventa y nueve agonías
Cien años recibiré. "
Violeta Parra ....

El estrangulador de Boston


Entre 1962 y 1964 trece mujeres fueron violadas y asesinadas en Boston. Según el sumario policial el conocido como estrangulador de Boston era Albert DeSalvo. DeSalvo era conocido por sus casuales robos y abusos sexuales sobre mujeres, hasta que en 1964 con la excusa de que era un detective logró entrar en la casa de Mary Shullivan. La amordazó, la ató y después la violó, colocando entre sus dedos una felicitación de año nuevo y según declaraciones de la propia víctima, DeSalvo se disculpó por lo que a continuación iba a cometer.

La descripción que Shullivan hizo del malhechor fue básica para descubrir a DeSalvo. Éste tenía esposa y dos hijos. Según contaba la propia policía, afirmaba que vagaba por las calles hasta que las gana de matar le poseían. Entonces escogía una casa al azar y atacaba. No se centraba en ningún tipo de persona en particular, solo que fuesen mujeres. Su apetito sexual era insaciable, y él mismo culpa su infancia y a su propia mujer de sus actos. El abogado de DeSalvo admitió que era un hombre aparentemente tranquilo y que por su forma de actuar era difícil que levantara sospechas. Pero según George Nassar, el compañero de celda de Albert, escuchó durante noches las confesiones de DeSalvo de hasta once asesinatos y algunos que eran desconocidos por la policía.




Pero dentro del propio caso hay algunas notas que pueden dar que pensar en la posibilidad de que DeSalvo no fuese el autentico o único estrangulador de Boston. Según la propia familia de Mary Sullivan sostenía que DeSalvo no era quién atacó a Mary. En 1993 el sobrino de Mary, Casey Sherman, pudo leer un libro escondido entre las sombras, Los estranguladores de Boston de Susan Kelly. El relato impactó en Casey tanto que preguntó a la madre de Mary su opinión al respecto. La sorpresa de éste se produjo cuando ésta le confesó que estaban casi seguros que Albert DeSalvo no era quién él mismo proclamaba ser. Esta confesión apoyaba la teoría aportada en el libro de Susan Kelly. En él se mantenía que no solo hubo un estrangulador, sino que fueron varios los asesinos que se imitaban mutuamente.

El misterio se hizo más grande cuando un fiscal del condado de Massachusets, había hallado material genético de Mary Shullivan, y que, comparado con el que se aportó de Albert DeSalvo, no coincidía. Se investigó de nuevo pero no se llegaron a encontrar nuevas pruebas que pudiesen desestimar la acusación sobre DeSalvo y encontrar el culpable o culpables.

A pesar de esta investigación policial, que finalmente cargó todos los crímenes sobre Albert, el sobrino Casey no podía creer la versión de los hechos. Investigó la lista de testigos y se reunió con varios de ellos, pero su tía aportó que su sospechoso era el novio de la compañera de piso de Mary. Además un testigo vio una persona rondando la casa de Mary en horas cercanas al crimen. Coincidía con la descripción que hicieron del novio de aquélla. Lograron someter al nuevo sospechoso al polígrafo, y según los resultados la coartada que presentó era falsa.

No se pudo demostrar nada, la falta de pruebas desestimó al sospechoso, y el caso se cerró. Pero Casey en su empeño en demostrar que el caso no estaba cerrado localizó al novio de la compañera y pidió que se hiciera una prueba de ADN, lo que éste no aceptó.

El caso sigue cerrado, pero según estas últimas aportaciones, podemos pensar que posiblemente el autor de los hechos ha muerto impunemente, o sigue vivo sin levantar sospecha, ya siendo un abuelo. O incluso pensar que varios estranguladores continúan por ahí sin que se les reconozca. En el archivo policial a Albert DeSalvo se le acusó de trescientos ataques a mujeres, que posiblemente no cometió.

Poveglia, la isla de los horrores



El odio más irracional suele surgir de los lugares más recónditos del corazón, de sitios que jamás creeríamos tener, ennegreciendo hasta el mismo alma. Igual ocurre con ciertos lugares, sitios en los que un hecho concreto dejó un día atrapados a espíritus llenos de odio que emponzoñaron su tierra, transpirando una maldad absoluta.

Así surgió la historia de la isla de los horrores, Poveglia, una pequeña isla que se encuentra, curiosamente, en el más bello entorno que podamos imaginar: en las lagunas de Venecia, cerca del Lido. Allí, a veces, el rebalaje de las olas es capaz de arrastrar restos humanos carbonizados procedentes de la historia más macabra que podamos imaginar.

Europa sufrió una tremenda plaga de peste bubónica en el siglo XIV, pero hubo lugares donde por falta de ayuda o por su extensión, la situación se hizo más caótica y grave. En el caso de Venecia, su situación geográfica motivó que sus habitantes se vieran prácticamente atrapados como si de una ratonera se tratara. Llegó a tal punto la muerte a tomar las calles venecianas que los cadáveres se amontonaban, el mal olor penetraba en cada piedra, en cada gota de agua de sus canales, en su mismo aire. Finalmente, la autoridad decidió encontrar un lugar donde arrojar los cuerpos infectados, y Poveglia fue el lugar escogido.


Allí comenzaron a trasladarse los cadáveres que empezaron a amontonarse en las fosas donde eran quemados. Mientras, en la propia Venecia, el impacto de la peste asolaba la ciudad que se veía abocada a su perdición mientras el pánico se adueñaba de sus habitantes. Pronto no sólo se llevaron a Poveglia a los cadáveres, sino que comenzaron a recluirse allí a los infectado primero y después a todos aquéllos sobre los que había la más mínima sospecha de enfermedad. En pocos años 160.000 personas acabaron sus días en aquella isla.



El corazón de la misma isla, su tierra, se vio mezclado con la capa de restos carbonizados y de los que poco a poco iban muriendo en la isla. Tanto es así que aún hoy día el oleaje de vez en cuando arranca un poco de esa capa de restos.

Pasaron cientos de años y la isla permaneció maldita y totalmente abandonada hasta que en el año 1922 construyeron allí un psiquiátrico. Los locos allí recluidos fueron los primeros en ver extraños espíritus descompuestos que vagaban por Poveglia, pero nadie, por su estado mental, quiso creerlos. Sin embargo, aquel hospital todavía encerraría una truculenta historia. Quien sabe si el mal de la isla influyó de algún modo, pero lo cierto es que el doctor director del manicomio comenzó a experimentar con los pacientes nuevos métodos de curación. Fueron años de lobotomías y trepanaciones hasta que al propio director comenzaron a acosarlo los fantasmas. Asustado y perdida la razón decidió poner fin a sus días tirándose desde la torre del hospital.

Aún así, el doctor no falleció en el acto y cuentan quienes estuvieron presentes que una extraña nube de humo apareció de repente y se introdujo en su cuerpo hasta asfixiarlo.

Aquel fue el final del hospital que hoy día aún permanece cerrado en Poveglia. Sólo una familia fue capaz de intentar comprar la isla, pero no llegaron siquiera a permanecer una noche allí, ya que un extraño suceso que nunca quisieron desvelar, desgarró la cara de su hija la que tuvieron que darle 14 puntos.

Desde aquel suceso, salvo los que van a recoger la cosecha de los viñedos allí plantados (pues por la tierra rica en restos orgánicos dan exquisitas uvas), sólo los más atrevidos han osado aparecer por allí, pero todos juraron no volver acuciados por los gritos y lamentos que allí dicen oir, y por la abrumadora maldad que todos parecieron percibir.

Busco


Busco

Que sea tierno ante todo.
Que esté conmigo
no más de veinte días.
Que se vuelva de amor
y de remate loco
y que luego se vaya
sin ruegos, ni exigencias,
ni mentiras...

Así las condiciones.

Abstenerse los que creen en dios,
en sacramentos,
en la ley de los hombres.

Soy solo una mujer
con la espera entreabierta
para el que oculta veneno en la saliva
un cuchillo en los dientes
y entre las piernas
la razón poderosa de la desgracia.

María Rosal.....

viernes, 10 de julio de 2009

El Lobo Estepario




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Hermann Hesse
El lobo estepario

ANOTACIONES DE HARRY HALLER

Sólo para locos

El día había transcurrido del modo como suelen transcurrir estos días; lo había malbaratado, lo había consumido suavemente con mi manera primitiva y extraña de vivir; había trabajado un buen rato, dando vueltas a los libros viejos; había tenido dolores durante dos horas, como suele tenerlos la gente de alguna edad; había tomado unos polvos y me había alegrado de que los dolores se dejaran engañar; me había dado un baño caliente, absorbiendo el calorcillo agradable; había recibido tres veces el correo y hojeado las cartas, todas sin importancia, y los impresos, había hecho mi gimnasia respiratoria, dejando hoy por comodidad los ejercicios de meditación; había salido de paseo una hora y había visto dibujadas en el cielo bellas y delicadas muestras de preciosos cirros. Esto era muy bonito, igual que la lectura en los viejos libros y el estar tendido en el baño caliente; pero, en suma, no había sido precisamente un día encantador, no había sido un día radiante, de placer y Ventura, sino simplemente uno de estos días como tienen que ser, por lo visto, para mí desde hace mucho tiempo los corrientes y normales; días mesuradamente agradables, absolutamente llevaderos, pasables y tibios, de un señor descontento y de cierta edad; días sin dolores especiales, sin preocupaciones especiales, sin verdadero desaliento y sin desesperanza; días en los cuales puede meditarse tranquila y objetivamente, sin agitaciones ni miedos, hasta la cuestión de si no habrá llegado el instante de seguir el ejemplo del célebre autor de los Estudios y sufrir un accidente al afeitarse.

Eric Bottero – Positivando el Negativo




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Es un fotógrafo francés con un peculiar arte fotográfico que también monta escenografías inquietantes en diversas galerías. Su trabajo con los negativos no te dejan impasible, sino que crean un submundo posiblemente más impactante que la fotografía normal y que le permite un mayor ejercicio artístico. Aunque su trabajo artístico es el más destacado, también encontraremos fotografías para el mundo de la moda y portadas de diferentes revistas.

” utilizo el negativo que al tomar la foto es irremediable: la mentira también es negativa (…) el hombre es un lobo para si mismo (…) Cuando nos abramos a a salvar la condición humana y no los intereses particulares , estaremos en lo positivo (…) la energía es luz es color que resulta de envolver el negro para descubrir la forma..” (Eric Bottero)


miércoles, 8 de julio de 2009

El fantasma de la momia de Amen_Ra


Las momias, los jeroglíficos, la fascinación de los descubrimientos arqueológicos, los misterios de las pirámides… la Historia de Egipto desprende un halo de leyendas y misterios que envuelve a su tierra de un misticismo casi sobrenatural. Todos habremos oído alguna historia cautivadora en la que la eternidad de los siglos ha guardado un secreto maldito sólo destapado con el hallazgo de un descubridor.

La historia de un secreto maldito es la que hoy os descubrimos.

Aquel año de 1.500 a.C., Amen-Ra, princesa de Egipto, tras morir, fue momificada y enterrada en un sarcófago acorde a su grado de realeza y a su tradición religiosa, en las orillas del Nilo, en Luxor.

Así permaneció durante 34 siglos, ocultos a los ojos humanos, descansando para la eternidad, hasta que en el siglo XIX, durante unas excavaciones se encontró su ataúd. Amen-Ra despertaba de su largo sueño y, con ella, su maldición.

Aquel sarcófago, con su momia, se vendió al mejor postor, un grupo de amigos ingleses. El primero de ellos, nada más recibir su nuevo objeto de colección, se marchó, ante los ojos atónitos de todos, andando en dirección al desierto. Sin más palabras, con la mirada perdida, paso tras paso, se adentró en las arenas ardientes. De él jamás se volvió a saber más por lo que se supone acabó perdiéndose en el desierto. El segundo de los compradores sufrió un accidente y le amputaron un brazo, mientras que el tercero perdió todo su dinero y acabó indigente, vagando por las calles de Londres.


El siguiente rastro que se conoce de aquella momia de Amén-Ra la sitúa en Inglaterra donde una familia adinerada la añadió a su colección. La maldición, o el castigo de la princesa, no tardaría en llegar también a esta familia. Tres de sus miembros perdieron la vida en un trágico accidente, e incluso perdieron la casa en un incendio.

Los accidentes se sucedían uno tras otro, e incluso los transportistas que trasladaron el sarcófago al Museo Británico, murieron.

Las leyendas, las extrañas historias, estaban en boca de todos, más aún cuando el espíritu de Amen-Ra comenzó a expresarse. Sollozos, gritos, golpes y arañazos rompían el amenazador silencio de la noche en el Museo. Los objetos, por la mañana, amanecían cambiados de sitio; uno de los vigilantes nocturnos murió e incluso uno de los visitantes del museo que se había atrevido a tocar el sarcófago, perdió un hijo al día siguiente de la visita.

Escondieron el sarcófago en lo más profundo de los sótanos del museo, pero aún así, los sucesos extraños no se detenían.

Cierto periódico quiso hacer un reportaje, por lo que mandaron un fotógrafo. Cuando éste reveló la foto una aparición fantasmal apareció en ella mirándolo fijamente; aquella mirada, aquellos ojos fijos en él… el fotógrafo se suicidó al día siguiente.

El museo acabó por deshacerse del sarcófago, pero curiosamente su rastro se perdió. Nadie supo nada m´s de Amen-Ra salvo que una experta psíquica, madame Blavatsky, cuando lo vio y analizó se aterrorizó al descubrir la maldad que encerraba.

Dicen que, comprada por unos americanos, la quisieron llevar a Estados Unidos, y dicen esas nuevas historia que Amen Ra inició su viaje a Norteamérica en abril del año 1912. Sí, aquel barco en el que dicen iba aquella momia, era el Titanic, aunque de ésto último no hay ninguna confirmación.

Hoy, nadie sabe dónde está. Nadie conoce donde reposa Amen-Ra y si finalmente descansa ya… para siempre.

De otros lados, Las líneas de la mano


De otros lados
(Cap. 68 de Rayuela)

Por Julio Cortázar



Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Las Líneas de la Mano

Por Julio Cortázar



De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hacia el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola.



Amares


Por Eduardo Galeano

Nos amábamos rodando por el espacio y éramos una bolita de carne sabrosa y salsosa, una sola bolita caliente que resplandecía y echaba jugosos aromas y vapores mientras daba vueltas y vueltas por el sueño de Helena y por el espacio infinito y rodando caía, suavemente caía, hasta que iba a parar al fondo de una gran ensalada. Allí se quedaba, aquella bolita que éramos ella y yo; y desde el fondo de la ensalada vislumbrábamos el cielo. Nos asomábamos a duras penas a través del tupido follaje, de las lechugas, los ramajes de apio y el bosque del perejil, y alcanzábamos a ver algunas estrellas que andaban navegando en lo más lejos de la noche.

martes, 7 de julio de 2009

A imagen y semejanza


[Cuento. Texto completo] Mario Benedetti


Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.
FIN

Mario Benedetti......

Me ha regalado el texto mi amigo Miguel Ángel.....Gracias por ser tan gentil.....




Las olas (fragmento)


" El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido o cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. "
Virginia Woolf .....