miércoles, 22 de julio de 2009

Alfonsina Storni, poesía de amor y dolor


Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Suiza. A sus 4 años la familia viaja a la Argentina, concretamente a la provincia de San Juan donde la poetisa vivencia los primeros recuerdos y muestra su innato espíritu literario:

“Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta”.

En el año 1901 su madre y hermanos se trasladan a vivir a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, abren una escuela domiciliaria y luego instalan el Café Suizo cerca de la estación de trenes de la cuidad. A la corta edad de 10 años Alfonsina ayudaba en el local atendiendo a los clientes y lavando los platos sucios, con el tiempo y cansada de las tareas de un bar se emplea en una fábrica de gorras pero su vida cambia de rumbo cuando en 1907 llega a Rosario la compañía de teatro de Manuel Cordero.


Alfonsina debuta en las tablas tomando el papel de una actriz que se había enfermado, gracias a su buena actuación se le concede la posibilidad de recorrer el país junto a la compañía teatral. Según sus propias palabras la experiencia le ahogaba e hizo torcer rumbos pero a su vez le agudizó los sentidos y en cierta forma contribuyó a formar su personalidad.

Cuando regresó a la cuidad se halla con la sorpresa de que su madre se había casado y vivía en Bustinza, una localidad de la provincia de Santa Fé por lo cual ella se traslada a Coronda y se recibe de maestra rural. Ejerce como docente y a la vez escribe sus poemas en 2 revistas Mundo Rosarino y Monos y Monadas.

Por el año 1911 se muda a la capital Argentina, Buenos Aires donde tiene a su primer y único hijo, Alejandro, del cual no se sabe quien fue su padre. Alfonsina no bajaba los brazos y luchaba con uñas y dientes, haciéndole frente heroicamente a las vicisitudes que pasaba toda madre soltera en esa época publica el famoso libro La inquietud del rosal.

Para solventar los gastos y mejorar su situación económica, se emplea como cajera en una tienda y colabora en la revista Caras y Caretas, en esos tiempos conoce a personajes sobresalientes del mundo literario como José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Ugarte. Y establecida y con un mejor pasar viaja constantemente a Uruguay donde entabla amistad con Juana de Ibarbourou y el escritor Horacio Quiroga.

En 1918 da a conocer su segunda publicación, El dulce daño; ese mismo año es condecorada con la medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas. Al tiempo publica Irremediablemente y en 1920 Languidez. Este último trabajo según palabras de su amiga Juana de Ibarbourou era merecedor del Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura.

Alfonsina participaba activamente de actividades gremiales y formó parte de la creación de la Sociedad Argentina de Escritores. Desde 1928 a 1934 realizo frecuentes viajes a España los que le impulsaron a crear escritos dramáticos, repletos de reflexiones feministas y con un velo de erotismo algo muy inusual para esos años, estos son Mundo de siete pozos y Mascarilla y trébol.

Alfonsina era una mujer como pocas en ese tiempo, de mentalidad avanzada y con marcado perfil feminista se abrío paso en la sociedad logrando hacerse de un pedestal que nuca bajaría. Si desean conocer más acerca de la vida y obra de esta dama, les esperamos “La despedida de la poetisa Alfonsina Storni“.

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