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jueves, 6 de enero de 2011

Los Dropa: Alienigenas de la Edad de Piedra


En 1932 una expedición arqueológica china descubrió, en las regiones montañosas del Tibet, una serie de cavernas artificiales talladas en la roca, que contenían los restos de pequeños seres humanoides.
El profesor Xian Chi, líder de la expedición, describió estos pequeños esqueletos como de apariencia casi humana, pero de muy baja estatura, no más de 50 cm, y cráneos excesivamente grandes para su tamaño, lo que revelaría una capacidad cerebral superior al ser humano, conocidos como los Dropa por las tribus locales.
Pero no fueron sólo esqueletos lo que se encontró alli. Perféctamente ordenados, apilados unos sobre otros, se hallaron unos 300 discos de piedra tallada. Xian Chi, en su posterior informe, relató que los discos tenían unos 30cm de diámetro, y se destacaban por poseer un agujero perfectamente redondo en el centro, de exactamente 2cm de diámetro.

La expedición del profesor Chi llevó todos estos artefactos, discos y esqueletos, inmediatamente a Pekin, donde se le realizarían exhaustivos análisis científicos.
Estas investigaciones, realizadas en conjunto por China y la Unión Soviética, arrojarían resultados increíbles. Análisis de carbono 14 realizados a los discos de roca revelaron que estos tenían una antigüedad no menor a los 12.000 años, mucho más antiguos que las pirámides de Egipto. Otro hallazgo sorprendente fue descubrir que los agujeros del centro poseían, medidos con herramientas de presición láser, exáctamente 2,0453cm. Todos y cada uno de ellos tenían exactamente la misma medida, algo que es absolutamente imposible de realizar con herramientas de la edad de piedra, hace 12.000 años.
Pero lo mas sorprendente de los discos era una especie de surco en espiral, como el de los discos actuales utilizados para grabar y reproducir sonido. El profesor Huan Si Yan, a cargo de la investigación de los discos, describió en su informe que en los surcos, aunque sólo utilizando un microscopio, se podía leer una serie de caracteres.
Huan Si tardó 12 años en copiar estos carácteres para luego intentar descifrar su contenido. Tras años de investigación, el profesor Huan Si Yan publicó un informe en donde aparecía la traducción del mensaje de los discos. La historia cuenta que hace 12000 años una nave extraterrestre, proveniente del sistema solar Snusci, se estrelló en las montañas del Tibet. Varios de sus tripulantes perdieron la vida, pero la mayoría, unos 20 individuos ,sobrevivieron.
Imposibilitados de contactar a su planeta natal para solicitar un rescate, los alienígenas tuvieron que instalarse en el planeta Tierra, adaptándose de la mejor forma posible.
La historia no termina allí, pues el informe de Huan Si continúa relatando como los alienígenas, que hicieron contacto con tribus locales de la montaña, se entremezclaron con estos, llegando a reproducirse unos con otros, creando una nueva especie híbrida, que posiblemente aún habite en las recónditas montañas del Tibet.
¿Pero hay alguna evidencia de que existan estos discos? ¿En dónde se encuentran en este momento?
En 1965, Lubomir Clodzsky, un dentista polaco, que se encontraba de vacaciones en China, vio en exhibición en un museo un disco sospechosamente similar a los discos de los Dropa. Tras sacarle una fotografía (derecha) preguntó a uno de los guías que era este objeto.
El guía le relató vagamente la misma historia que aparecía en el informe de Huan Si. Días más, tarde cuando Clodzsky regresó al museo el disco había sido retirado de la vista del público, y tampoco pudo hallar al guía que le había relatado la historia.
Desde entonces el paradero de los discos Dropa es desconocido. Se cree que algunos fueron llevados a Moscu, en la antigua Union Soviética, y que seguirían allí, ocultados a la vista del público. Otras versiones aseguran que los discos fueron destruidos durante la revolución cultural de Mao Zedong, en cuyo caso la historia de los Dropa se habría perdido para siempre.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Los Iluminati


Las novelas históricas han puesto al descubierto los nombres de varias sociedades secretas que durante años han estado ligadas con las leyendas, moviéndose entre la realidad y la ficción de su influencia histórica en la política y la sociedad. El simple nombre de Los illuminati, el Priorato de Sion, o el más conocido de la Masonería, despiertan una curiosidad morbosa acerca de su origen y de su verdadero poder, y, sobre todo, de hasta qué punto ambas siguen existiendo en las sombras.

Si “El código Da Vinci” o más tarde “Angeles y Demonios“, ambas de Dan Brown, fueron quienes abrieron el camino para el descubrimiento de la verdad escondida durante siglos, más tarde, otras, profundizaron en su estudio, y aunque la mayoría cometieron errores históricos de auténtico bulto en pos de un mayor éxito comercial, todas ellas supieron abrir las vías necesarias para intentar resolver algunos enigmas.





Símbolo de los Illuminati

Una de estas sociedades secretas fue la de los Illuminati, cuya aparición se encuentra documentada por primera vez el 1 de mayo de 1776, en Baviera (Alemania). Aquel fin de siglo era el de la revolución cultural; el de la Ilustración; el de las nuevas ideas y el futuro a punto de llegar. Ya años antes, en el 1717, la masonería había surgido como respuesta a las reuniones de ilustres que buscaban encontrar una ideología más moderna y adecuada al progreso social y personal. Estas nuevas ideologías encontraron su abono en el siglo XVIII durante el que el racionalismo se abrió paso por toda Europa, donde incluso reyes europeos, como Federico II de Prusia, fueron masones.

Sin embargo, la Iglesia Católica, temerosa de perder su poder político y económico, luchaba abiertamente contra esas ideas de progreso y contra esas nuevas sociedades secretas. En Baviera controlaban con mano de hierro el gobierno e incluso la educación con la sóla idea de evitar que los niños se abrieran a esas nuevas corrientes. La censura se imponía, y fue en esa situación de tensiones internas, cuando poco a poco, en los círculos intelectuales comenzó a fraguarse una nueva sociedad.

Adam Weishaupt era uno de esos ilustrados que en un principio abrazó las ideas del racionalismo y llegó a ingresar en la masonería. Sin embargo, Weishaupt era mucho más radical que las ideas que propugnaban y pronto comenzó a destacarse y desligarse. Como catedrático de Derecho Canónico en la Facultad de Ingolstadt intentó inculcar sus ideas en sus propios alumnos lo que le ocasionó continuas disputas con la Iglesia y con el propio Gobierno de Baviera.

El 1 de mayo de 1776 acabó fundando su propia sociedad a la que llamó la Orden de los Perfectibilistas aunque finalmente acabó cambiándole el nombre por la de los Illuminati. Sus pensamientos radicales postulaban que tanto la Iglesia como los Gobiernos debían ser derrocados y para ello debían producirse Revoluciones por todo el mundo. De ese modo aparecería una nueva sociedad menos servil y más libre. Pero dada la radicalidad de sus ideas y del enfrentamiento con la Iglesia, sus líderes debían esconderse bajo nombres falsos, que generalmente eran de personajes antigüos. Así Weishaupt era conocido como Espartacus.

Su programa era tan ambicioso y a priori inalcanzable, que en los primeros momentos captaron pocos adeptos. No fue sino hasta la aparición en el año 1780 de Adolf Franz Friedrich, barón de Knigge, cuando Los Illuminati vivieron el empujón que necesitaban. El barón simplemente se encargó de dotar de una estructura organizativa mucho más factible y de unos estatutos y unos grados iniciáticos que también han sido motivo de especulaciones a lo largo de los siglos, con pruebas que se consideraban como diabólicas. El éxito fue tan rápido que en poco tiempo tuvieron colaboradores por media Europa y entre ellos famosos como Goethe o Herder, ambos escritores.

La fama del barón de Knigge comenzó a ser tan fuerte que el propio Weishaupt empezó a enfrentarse a él, viendo cómo perdía poder en una sociedad que él mismo había creado. El año 1783 fue su mejor año, pero a cambio, las relaciones internas ya no eran igual, y la desunión se había apoderado de ellos. El barón acabó por marcharse y abandonar a los Illuminati al caracter despótico y tiránico de Weishaupt.

En 1784, el Gobierno Bávaro y la Iglesia, conscientes del gran poder que estaba atesorando el grupo, y de sus ideas anarquistas y peligrosas, acabó por promulgar una serie de edictos contra todas las logias. En 1786 un registro a la casa de Xavier Zwack, uno de sus cabecillas, puso al descubierto muchos de sus archivos secretos e ideas. Finalmente, en su edicto del año 1787 se castigaba a los Illuminati con la pena de muerte, mientras la Iglesia Católica lanzó a su Inquisición tras ellos.

Prácticamente, en apenas un año, habían conseguido acabar con los Illuminati. ¿Pero qué fue lo que hizo que los Illuminati desaparecieran y, sin embargo, otros, como la francmasonería continuara casi hasta nuestros tiempos? Sin duda alguna, su radicalismo. Aquella redada en casa de Zwack puso al descubierto documentos que horrorizaron al mundo, pues contemplaba una serie de acciones fatales encaminadas a sembrar el caos y derrocar a todos los gobiernos posibles.



Desde entonces, muchos actos terroristas y muchas situaciones históricas han sido asignadas a los Illuminati, como la Revolución Rusa, el atentado de las Torres Gemelas, o incluso el estallido de la Revolución Francesa. El propio Churchill pensaba que Lenin era uno de esos Illuminati. Sin embargo, jamás ha habido ninguna prueba concluyente de su implicación, y lo único cierto, es que jamás se ha vuelto a encontrar documento alguno que los ligase a nada desde aquel año de 1787. Sólo pruebas que podrían asociarse con ellos, como el curioso símbolo del delta luminoso que aparece en los billetes de a dólar norteamericano, y que curiosamente eran el símbolo que los Illuminati eligieron como señal de identidad, la de la pirámides de 13 escalones, iluminada en su punta y con un ojo en su interior.

La Historia sólo nos cuenta que los Illuminati concluyeron con la muerte de Weishaupt en el año 1830.