miércoles, 12 de agosto de 2009

The Beatles, los mas grandes de la Historia
























Los Beatles formaron en los años 60 una de las pocas formaciones musicales atemporales de la historia de la música mundial. Y digo atemporal porque pasen los años que pasen siguen fascinando, siguen versionándose sus temas, siguen siendo noticia de alguna u otra manera.

Comenzaron siendo 5 cuando junto a John Lennon y Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr aún tocaba Stuart Sutcliffe, y se separaron cuando las tensiones iban a dejar el grupo en tres con la marcha de John Lennon.

El hombre lobo de Detroit, leyenda norteamericana


Esto ―cuenta la leyenda― sucedió hace mucho tiempo, cuando Detroit era colonia francesa y los cánticos indígenas en honor al Gran Dios Serpiente todavía se podían oír desde las afueras de la ciudad. En aquel entonces la magia india aún no había perdido su poder, y las brujas del bosque, las conocidas como “Mujeres Blancas”, vendían burbujeantes pociones que transformaban a los hombres en licántropos.

Dicen que por aquellos años vivía en la ciudad una joven llamada Archange Simonet, a quien un hombre lobo raptó durante el baile de su boda sin que ninguno de los invitados pudiese hacer nada para evitarlo, como tampoco pudo hacer nada su horrorizado marido, que desde entonces se dedicaría en cuerpo y alma a intentar recuperarla.

Rápidamente, organizó una partida de búsqueda que se adentró en lo más profundo del temido bosque, y en la cual participaron multitud de amigos, vecinos y conocidos de la pareja. Uno de ellos estuvo a punto de abatir al licántropo, pero falló su disparo, aunque por poco, logrando tan solo arrancarle la cola al monstruo. Esta sería venerada desde entonces como una auténtica reliquia por los indios de la región.


Tras esta escaramuza, nadie volvió a encontrar el rastro del hombre lobo ni obtuvo pista alguna sobre dónde se podía encontrar Archange. Poco a poco, las batidas fueron espaciándose en el tiempo, a la vez que perdían componentes, hasta que solo quedó el marido de la joven, cada vez más pálido y nervioso, continuando en solitario su desesperada búsqueda nocturna, apenas ya un obstinado vagabundeo sin rumbo fijo.

Había pasado tanto tiempo que casi nadie se acordaba ya de su pobre esposa cuando, en una noche de luna llena, el joven encontró unas huellas extrañas. Eran demasiado humanas para pertenecer a un lobo y demasiado lobunas para ser de un hombre. Las siguió hasta llegar al río Detroit, en cuya orilla pudo ver al licántropo, el mismo que había raptado a su mujer, pues le faltaba la cola. En silencio, se aproximó a él mientras introducía una brillante bala de plata en el cargador de su rifle; levanto el arma y apuntó hacia su presa.

En aquel momento, solo una idea le pasaba por la cabeza: vengarse de aquel ser que tanto daño le había causado. Así que sin pensar en nada más apretó el gatillo, pero antes de que el arma disparase, el hombre lobo se arrojó al río, desapareciendo bajo el agua para, cosa extraña, no volver a salir a la superficie, por mucho lo esperase. Al amanecer, lloró de desesperación junto a la orilla del río.

A partir de entonces, abandonó su búsqueda. Todos pensaron que había perdido un poco la razón, pues no dejaba de contar, a todo aquel que quisiera escucharle, la historia de cómo un hombre lobo había raptado a su mujer durante el mismo día de su boda. Al llegar a la parte en la que el monstruo se arrojaba al agua, aseguraba que un pez enorme había salido de las profundidades y lo había engullido de un bocado.

-Bibliografía:

•Charles M. Skinner, Myths and Legends of Our Own Land, Philadelphia and London, J.P. Lippincott Company, 1896. (Consultado en la edición electrónica de Sacred Texts).

Adiós al mito de la luna sangrienta


Uno de los mitos más célebres que existen es el que cuenta que en noches de Luna llena cientos de personas enloquecen y son capaces de cometer los más atroces asesinatos. Una afirmación que prolifera en nuestra cultura desde siglos pasados, una obsesión del ser humano por entender los extraños comportamientos de algunos congéneres. Tanto los primeros filósofos griegos como los científicos actuales se han preguntado si el influjo de la Luna puede alterar nuestros comportamientos psíquicos y físicos.

La premisa en la que se han basado gran parte de los expertos contemporáneos es la siguiente: “en las noches de luna llena, urgencias recibe más víctimas de agresiones”. Por tanto, un equipo de investigadores de Alicante decidió verificar si realmente esta leyenda realmente ocurría. Asimismo, también se analizó en Estados Unidos si la epilepsia empeora según la fase en la que se encuentra la luna. En ambos casos los resultados revelan que todo es falso.

No obstante, muchas personas siguen pensando que según la fase lunar cambia nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, la Luna creciente se relaciona con todo lo que tenga que ver con el crecimiento y la Luna menguante con todo lo que se reduce y disminuye. Por tanto, si queremos cortarnos el pelo es mejor hacerlo en creciente, pero si vamos al dentista que sea en menguante (para sangrar menos). Es decir, son pequeñas muestras de hasta dónde ha llegado la sabiduría popular sin ninguna base real o científica.


Nunca más será válida la afirmación de “está demostrado científicamente que la luna influye en nosotros”. También se extrapola esta descartada “influencia” a la agricultura y las mareas. Sin embargo, en el caso de las mareas sí existe una explicación científica. Ésta dice que se debe a la Ley de Gravitación de Newton, lo que define la poderosísima atracción de nuestro satélite, la Luna, hacia la Tierra. De ahí, que las mareas se vean alteradas. Lo mismo no ocurre en los otros casos, ya que son producto de la imaginaria supersticiosa.

Es presumible que muchas de estas creencias son un fiel legado de las observaciones que hacían nuestros ancestros del cielo y la Tierra. Quizás hubo un sangriento asesinado que coincidió con la luna llena, o un ingenuo agricultor relacionó una buena cosecha al observar un noche de luna creciente. Gran parte de las leyendas y mitos nacen como reacción ante un pequeño acontecimiento, convirtiéndolo en un asunto de gran relevancia. Ahora bien, poniéndonos serios, es un consuelo que la Luna no tenga nada que ver con los trastornos psiquiátricos.

Pero… ¿Y qué pasa con los hombres-lobo?

viernes, 7 de agosto de 2009

El beso


La luz de ocaso moribunda toca
del pinar los follajes tembladores;
suspiran en el bosque los rumores
y las tórtolas gimen en la roca.

Es el instante que el amor invoca,
ven junto a mí; te sostendré con flores,
mientras roban volando los amores
el dulce beso de tu dulce boca.

La virgen suspiró; sus labios rojos
apenas, ¡Yo te amo! murmuraron,
se entrecerraron lánguidos los ojos,

los labios a los labios se juntaron
y las frentes bañadas de sonrojos,
al peso de la dicha se doblaron.



Manuel María Flores

ALEX UBAGO - Sin Miedo A Nada



Me muero por suplicarte, que no te vayas mi vida,
me muero por escucharte, decir las cosas que nunca digas,
mas me callo y te marchas, mantengo la esperanza
de ser capaz algún día, de no esconder la heridas que me duelen al pensar
que te voy queriendo cada día un poco mas.
cuanto tiempo vamos a esperar?

Me muero por abrazarte, y que me abraces tan fuerte,
me muero por divertirte, y que me beses cuando despierte,
acomodado en tu pecho, hasta que el sol aparezca,
me voy perdiendo en tu aroma, me voy perdiendo en tus labios que se acercan
susurrando palabras que llegan a este pobre corazón.
voy sintiendo el fuego en mi interior.

Me muero por abrazarte, y que me abraces tan fuerte,
me muero por divertirte, y que me beses cuando despierte,
acomodado en tu pecho, hasta que el sol aparezca,
me voy perdiendo en tu aroma, me voy perdiendo en tus labios que se acercan
susurrando palabras que llegan a este pobre corazón.
voy sintiendo el fuego en mi interior. (A duo)

Me muero por conocerte, saber que es lo que piensas, abrir todas tus
puertas,
y vencer esas tormentas que nos quieran abatir.
Centrar en tus ojos mi mirada, cantar contigo al alba,
besarnos hasta desgastarnos nuestros labios.
Y ver en tu rostro cada día, crecer esa semilla, crear, soñar,
dejar todo surgir, aparcando el miedo a sufrir (A duo)

Me muero por explicarte, lo que pasa por mi mente,
me muero por intrigarte, y seguir siendo capaz de sorprenderte,
sentir cada día ese flechazo al verte.
¿Que mas dará lo que digan? ¿Qué mas dará lo que piensen?
Si estoy loca es cosa mía. Y ahora vuelvo a mirar,
el mundo a mi favor, vuelvo a ver brillar la luz del sol. (Amaia Montero)

Me muero por conocerte, saber que es lo que piensas, abrir todas tus
puertas,
y vencer esas tormentas que nos quieran abatir.
Centrar en tus ojos mi mirada, cantar contigo al alba,
besarnos hasta desgastarnos nuestros labios.
Y ver en tu rostro cada día, crecer esa semilla, crear, soñar,
dejar todo surgir, aparcando el miedo a sufrir.

Aún Te quiero.......


domingo, 2 de agosto de 2009

Derrochador de encanto


Derrochador de encanto, ¿por qué gastas
en ti mismo tu herencia de hermosura?
Naturaleza presta y no regala,
y, generosa, presta al generoso.

Luego, bello egoísta, ¿por qué abusas
de lo que se te dio para que dieras?
Avaro sin provecho, ¿por qué empleas
suma tan grande, si vivir no logras?

Al comerciar así sólo contigo,
defraudas de ti mismo a lo más dulce.
Cuando te llamen a partir, ¿qué saldo

podrás dejar que sea tolerable?
Tu belleza sin uso irá a la tumba;
usada, hubiera sido tu albacea.

William Shakespeare

Ed Freeman












Ver más pincha la foto







Ed Freeman nació y se crió en Boston, hijo de profesores universitarios, se especializó en francés y ruso en el Oberlin College. Pasó los primeros veinte años de su vida profesional como músico, primero enseñando y, a continuación, como artista, escribiendo y produciendo. Lo más destacado de su carrera musical incluye los arreglos del primer album de Carly Simons, trabajando como road manager del último tour de The Beatles y produciendo el tema “American Pie” de Don McLean. En 1989 crea su propio estudio en Los Ángeles y comienza una gradual transición para trabajar a tiempo completo como fotógrafo. Tiene una amplia colección de paisajes y de imágenes de sus viajes por más de cincuenta países. Su amplio trabajo comercial (retrato, arquitectura, still life, gente) ha sido exhibido en decenas de portadas de revistas, editoriales, carteles, anuncios y libros. Su experiencia con Photoshop ha sido objeto de decenas de artículos y se han utilizado en sus dos libros, “Desert Realty” y “Work.”

Alejandro Dumas (El Conde de Montecristo)

Para descarga pincha la foto


No se exagera afirmando que Alexandre Dumas (1802-1870) es el novelista más traducido y leído del mundo, su imaginación, la amenidad que supo dar a sus relatos, la gracia teatral de sus personajes, merecen la inmensa fama que ha conseguido. Inolvidable crónica de una prodigiosa venganza, El conde de Montecristo (1844) es la única novela que Dumas desarrolla dentro de su propia época y que, debido a su gran éxito, se prolongó en el teatro con el drama extraído de la obra por el autor mismo: Montecristo (1848).


El 24 de febrero de 1815, el vigía de Nuestra Señora de la Guarda dio la señal de que se hallaba a lavista el bergantín El Faraón procedente de Esmirna, Trieste y Nápoles. Como suele hacerse en talescasos, salió inmediatamente en su busca un práctico, que pasó por delante del castillo de If y subió abordo del buque entre la isla de Rión y el cabo Mongión. En un instante, y también como de costumbre,se llenó de curiosos la plataforma del castillo de San Juan, porque en Marsella se daba gran importancia ala llegada de un buque y sobre todo si le sucedía lo que al Faraón, cuyo casco había salido de losastilleros de la antigua Focia y pertenecía a un naviero de la ciudad.Mientras tanto, el buque seguía avanzando; habiendo pasado felizmente el estrecho producido poralguna erupción volcánica entre las islas de Calasapeigne y de Jaros, dobló la punta de Pomegue hendien-do las olas bajo sus tres gavias, su gran foque y la mesana. Lo hacía con tanta lentitud y tan penososmovimientos, que los curiosos, que por instinto presienten la desgracia, preguntábanse unos a otros quéaccidente podía haber sobrevenido al buque. Los más peritos en navegación reconocieron al punto que, dehaber sucedido alguna desgracia, no debía de haber sido al buque, puesto que, aun cuando con muchalentitud, seguía éste avanzando con todas las condiciones de los buques bien gobernados.En su puesto estaba preparada el ancla, sueltos los cabos del bauprés, y al lado del piloto, que sedisponía a hacer que El Faraón enfilase la estrecha boca del puerto de Marsella, hallábase un joven defisonomía inteligente que, con mirada muy viva, observaba cada uno de los movimientos del buque yrepetía las órdenes del piloto.Entre los espectadores que se hallaban reunidos en la explanada de San Juan, había uno que parecíamás inquieto que los demás y que, no pudiendo contenerse y esperar a que el buque fondeara, saltó a unbote y ordenó que le llevasen al Faraón, al que alcanzó frente al muelle de la Reserva.Viendo acercarse al bote y al que lo ocupaba, el marino abandonó su puesto al lado del piloto y seapoyó, sombrero en mano, en el filarete del buque. Era un joven de unos dieciocho a veinte años, deelevada estatura, cuerpo bien proporcionado, hermoso cabello y ojos negros, observándose en toda supersona ese aire de calma y de resolución peculiares a los hombres avezados a luchar con los peligrosdesde su infancia.-¡Ah! ¡Sois vos Edmundo! ¿Qué es lo que ha sucedido? -preguntó el del bote- ¿Qué significan esascaras tan tristes que tienen todos los de la tripulación?-Una gran desgracia, para mí al menos, señor Morrel -respondió Edmundo-.......

Alejandro Dumas..... El Conde de Montecristo

Toro Sentado, líder de los indios Sioux



El 20 de julio de 1881, cinco años después de la desaparición del General George A. Custer en la Batalla de Little Bighorn, el líder de los Hunkpapa Teton Sioux, Toro Sentado, depuso sus armas ante el ejército de los Estados Unidos, a cambio de la promesa de amnistía para él y sus seguidores. Toro Sentado fue el caudillo más importante en el alzamiento de 1876 llevado a cabo por los indios Sioux, en el cual perdieron la vida Custer y 264 de sus hombres en Little Bighorn. Acosado por el ejército estadounidense tras la victoria india, escapó a Canadá junto sus tropas.

Nacido en el Valle del Río Grande, hoy en día Dakota del Sur, Sitting Bull ganó tempranamente el reconocimiento de su tribu Sioux por sus cualidades de guerrero y gran visión. En 1864, peleó contra las fuerzas armadas de Estados Unidos bajo el mando del General Alfred Sully en Killdeer Mountain, y desde entonces se comprometió en el liderazgo de la resistencia Sioux contra el avance blanco. Pronto contó con un nutrido grupo de seguidores, no sólo de su tribu, sino también los Cheyennes y Arapahos. En 1867 fue nombrado Jefe General de la Nación Sioux en su totalidad.


En 1873, en lo que sería un preludio de la Batalla de Little Bighorn tres años después, una coalición militar India bajo el mando de Toro Sentado mantuvo una breve escaramuza con el Teniente Coronel George Armstrong Custer. En 1876, Toro Sentado no era aún un líder estratega en su victoria de Little Bighorn, pero su legendaria espiritualidad inspiró a Caballo Loco y los restantes líderes militares. Posteriormente huyó a Canadá, pero en 1881, con su gente víctima de una cruenta hambruna, regresó a los Estados Unidos para presentar su rendición.


Fue encarcelado como prisionero de guerra en el Fuerte Randall de Dakota del Sur durante dos años, y luego se le permitió asentarse en la Reservación de Standing Rock, situada entre los territorios de Dakota del Norte y del Sur.

En 1885, acompañó durante una temporada al famoso “Show del Salvaje Oeste de Buffalo Bill Cody“, para luego regresar a Standing Rock.
En 1889, las proclamas espirituales de Toro Sentado influyeron en el “Danza Fantasma”, un movimiento religioso indio que afirmaba que los blancos desaparecerían y los indios y búfalos regresarían.

Su apoyo al movimiento “Danza Fantasma” le acarreó problemas con los oficiales gubernamentales, y el 15 de diciembre de 1890 la policía india irrumpió en la casa de Toro Sentado, ubicada en el Río Grande de la región Dakota del Sur, e intentó apresarlo. Son muy confusos los informes de qué ocurrió luego. Según algunos rumores, los guerreros de Toro Sentado dispararon sobre el oficial que dirigía la partida, quien inmediatamente volteó y abatió a enigmático líder.

Según otra versión, el policía tenía instrucciones del Alcalde James McLaughlin, director de la reservación Sioux Standing Rock, de ultimar al jefe indio ante el menor intento de resistencia. Sea cual fuera la verdad, Toro Sentado fue gravemente herido, y murió pocas horas después. La policía india enterró su cuerpo velozmente en el Fuerte Yates, situado en la Rerservación Standing Rock. En 1953, su cuerpo fue trasladado a Mobridge, Dakota del Sur, donde se encuentra sepultado bajo una placa de granito.

Creación de la Luna, el Sol y la eguzkilorea


Cuenta un viejo mito vasco que…

Hace mucho tiempo, cuando el ser humano era aún joven, no existían el Sol ni la Luna, por lo que los hombres vivían rodeados de una oscuridad perpetua, y los genios malignos, que campaban a sus anchas, se divertían atemorizándolos. La roja mirada del Basojaun brillaba entonces en el linde del bosque, el salvaje batir de alas de la Leheren-suguia estremecía el aire y los siniestros cánticos de las sorguiñas cortaban el silencio nocturno. Mientras, desde las entradas de sus cuevas, hombres y mujeres observaban y escuchaban temblorosos.

Finalmente, decidieron dirigirse a Amalur, la Madre Tierra, para pedirle que les ayudase a terminar con aquel angustioso tormento. Tras oír sus ruegos, Amalur accedió:

―Crearé un ser brillante que flotará en el cielo proporcionándoos luz ―les dijo―, y así los genios malignos se asustarán y permanecerán escondidos sin haceros daño.

Y Amalur creó la Luna.


Cuando su tenue luz blanca iluminó la tierra por primera vez, los hombres se estremecieron, aunque no tardaron en acostumbrarse a ella y en abandonar sus cuevas. Fue una época de celebración, pues los genios malignos se habían retirado al interior de la tierra. Pero no duró mucho: estos terminaron por acostumbrarse también a la luz de la Luna, regresaron a la superficie y volvieron a acosar a los humanos con igual saña que antes.

Los hombres pidieron otra vez ayuda a la Madre Tierra, quien viendo que la luz de la Luna no había bastado para disuadir a los espíritus malignos, creó el Sol.

El Sol fue recibido con alegría por parte de los humanos, pues les parecía que ante su potente luz las tinieblas huían definitivamente. Sin embargo, algunos de los genios malignos ―no todos― se acostumbraron a ella, al igual que habían hecho con la luz suave de la Luna, y continuaron molestándolos.

Por tercera vez los hombres, desesperados, acudieron a la Madre Tierra para que los librase del pertinaz acoso de los genios malignos. Ahora Amalur creó para ellos la flor del sol, la eguzkilorea, ante cuya presencia todos entes malignos han de retroceder.

Desde entonces, los humanos cuentan con este poderoso amuleto para protegerse, y lo colocan en las puertas de sus casas, para ahuyentar a las criaturas malvadas que pueblan la noche o se aventuran en la claridad del día.