miércoles, 10 de junio de 2009

El insomne ojo de las Grayas




Las Grayas son tres ancianas horribles que, en el extremo occidental del mundo, allí en donde no llegan los rayos del sol ni de la luna, vigilan la entrada que conduce a la tenebrosa guarida de sus hermanas las Gorgonas. Entre las tres solo tienen un ojo y un diente, los cuales comparten pasándoselos de una a otra por turnos. Aquella a la que le toca usar el ojo monta guardia a la entrada de la cueva mientras sus dos compañeras duermen, soñando tal vez con futuros fogonazos de luz y sombras.

Su nombre conjunto puede traducirse por “Damas Grises” o “Viejas”, y es que nacieron siendo ya ancianas. Se las llama también Fórcides, por ser hijas de Ceto y Forcis, antiguo dios marino de la primera generación de deidades griegas. Debido a esta ascendencia y al característico color gris blanquecino de su pelo, algunos autores opinan que las tres hermanas personifican la espuma de las olas.

Los nombres individuales de las Grayas resultan igual de terroríficos que su aspecto. Una se llama Enio (“Parecida a la Guerra”), otra, Dino (“La Terrible”) y la última Persis (“Destructora”) o Pefredo (”La que Indica el Camino”o “Alarma”), lo cual nos da ya una pista sobre su carácter monstruoso.

Sin embargo, pese a todo su aire de pesadilla, resultan poco efectivas para frenar el paso a los héroes, o por lo menos para frenar al único que se acercó por allí. Perseo, según cuentan, les robó el ojo con disimulo aprovechando un cambio de guardia. Una vez privadas de su intercambiable órgano de visión, el héroe pudo continuar sin dificultad hacia el interior de la cueva, en donde le aguardaba un enfrentamiento bastante más peligroso con la temible Medusa.

El ojo de las Grayas fue a parar finalmente al fondo del lago Tritonis, a donde lo arrojó Perseo cuando pasó por Libia. En este lugar recurente en la mitología griega (aquí tiene su hogar el dios acuático Tritón, en su orilla nació la diosa Atenea, por él pasaron los Argonautas cuando buscaban del Vellocino de Oro…) hemos de suponer que sigue y seguirá hasta que alguien lo encuentre.

Según otra versión, no obstante, Perseo prometió devolver a las Grayas su ojo si lo conducían hasta las ninfas que podían proporcionarle los objetos necesarios para matar a Medusa: el casco de Hades, la alforja kibisis y las sandalias aladas. En cuanto le indicaron el camino, Perseo cumplió su palabra y les devolvió el ojo.

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