sábado, 19 de septiembre de 2009

El cofre de Davy Jones


Los marineros del siglo XVIII creían de forma supersticiosa en un malévolo espíritu de las profundidades llamado Davy Jones al cual rendían pleitesía los demás seres malignos del océano, y cuya aparición iba seguida de tempestades, naufragios y otras desgracias. Para aquellos viejos lobos de mar, Davy Jones personificaba al océano en su faceta más destructiva y diabólica.

Su reino comprendía el lecho marino correspondiente a alta mar, ese pozo sin fondo en el cual todo lo que caía era irrecuperable. En alguna parte de sus dominios, tenía un gran arcón o cofre en el que guardaba todo lo que llegaba allí desde la superficie, fuesen objetos de oro, trozos de barcos o cadáveres de marinos ahogados. Las almas de estos últimos también le pertenecían, por lo que cuando un marinero moría se decía eufemísticamente que había ido a parar al cofre de Davy Jones.

Según el escritor escocés Tobias Smollet, Davy Jones podía aparecer bajo diversas formas. Uno de los personajes de su novela picaresca Peregrine Pickle (1751) cree verlo con tres hileras de dientes, ojos grandes como platos, cuernos y rabo, exhalando humo azul por la nariz, aunque en realidad se trataba de uno de sus subordinados disfrazado así para darle un buen susto.


El recuerdo de este misterioso personaje se conserva en los clásicos de la literatura marinera en forma de frases hechas y juramentos. “Os veré a todos con Davy Jones”, le promete el capitán Alexander Smollet a Long John Silver en La isla del tesoro (1883); “¿Por qué, en el nombre de Davy Jones?”, pregunta el oficial Gray; “tienes la insolencia de Davy Jones”, le recrimina el pirata Silver a uno de sus camaradas. En Moby Dick (1851) se emplea la expresión “irse a Davy Jones” por dos ocasiones, como sinónimo de “irse a pique” o, simplemente, “morir”.

La auténtica naturaleza de este ser no está demasiado clara. Para muchos era una simple encarnación del demonio, otros creían que se trataba de un viejo pirata condenado por el diablo a vivir en el fondo del mar como castigo a alguna terrible fechoría.

Con respecto al origen de su nombre, Peter D. Jeans dice en su libro sobre folclore marinero que “Davy” podría venir de “duppy” o “duffy”, un espíritu marino de la tradición caribeña procedente de las religiones africanas; y “Jones”, del célebre personaje bíblico engullido por una ballena.

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